Tribunero.com Portal futbolero
GINEBRA, SUIZA— En un giro que solo podía ocurrir en el absurdo mundo del fútbol, la UEFA se enfrenta a un dilema que pondría en aprietos incluso a un juez de una corte de barrio: aplicar el mismo estándar para todos.
El conflicto es claro. Una creciente coalición de ligas de aficionados y asociaciones deportivas, con Irlanda e Italia a la cabeza, exige la suspensión de Israel de las competiciones europeas. La razón es simple y brutal: las muertes de civiles, la destrucción de infraestructuras y el asesinato del futbolista palestino Sulaiman Al-Obaid. «Lo justo es lo justo», parece ser la consigna, un mantra que la UEFA parece haber olvidado.
Y aquí viene la parte interesante. Este movimiento no se basa en un capricho, sino en un precedente que la propia UEFA se encargó de establecer. Hace no mucho, el fútbol actuó con una rapidez digna de un rayo para expulsar a Rusia de todos sus torneos. ¿El motivo? Una invasión. Ahora, cuando la situación en Gaza ha sido calificada de genocidio, la misma urgencia y la misma indignación parecen haberse esfumado. ¿Será que la geopolítica tiene un precio distinto según el país?
La PFAI en Irlanda ha instado a su federación a que lidere la iniciativa, mientras que la AIAC en Italia ha hecho lo propio. «El fútbol debe actuar en defensa de los derechos humanos», claman. Un noble ideal que, de aplicarse, podría dejar a muchos equipos fuera de la jugada.
Hasta ahora, la UEFA ha mantenido un silencio sepulcral, una estrategia conocida como «ojos que no ven, corazón que no siente». Mientras la presión internacional crece, el organismo que regula el fútbol en Europa parece esperar que el problema se resuelva solo, o mejor aún, que las demandas se diluyan en la burocracia.
El balón está del lado de la UEFA. La decisión que tomen no solo afectará a un equipo, sino que demostrará si la justicia es un principio universal o simplemente una herramienta conveniente para ciertos casos.
