La Caridad del Flamengo: R$ 400 por un Asiento en el Paraíso… O en el Purgatorio Financiero

¡Alegría, Nação Rubro-Negra! El Flamengo ha decidido que la fe y la pasión por el fútbol tienen un nuevo precio, y no es precisamente el del choripán de la calle. Para la semifinal de la Copa Libertadores 2025, el club carioca ha sacado la motosierra y la calculadora, estableciendo el boleto más barato en R$ 400 (unos 80 dólares).

Si siente que esto le vacía la billetera más rápido que un tiro libre de Zico, no se preocupe: no es su imaginación, es el 121% de aumento respecto a lo que se pagaba en 2022. Sí, en solo tres años, ver una semifinal del Mengão pasó de ser un lujo a ser una extorsión disfrazada de amor por la camiseta.

Cuando la Inflación es una Bendición del Mengão

El club, claro, podría argumentar la inflación… Pero incluso si ajustamos los precios de 2019 (cuando el boleto valía mucho menos) por la inflación real, hoy ese mismo asiento costaría R$ 225,53 (unos 45 dólares).

Con el precio actual de R$ 400, el Flamengo no solo está cubriendo la inflación; está financiando, probablemente, el jet privado del próximo capricho europeo que traigan. Están cobrando un impuesto revolucionario a sus propios hinchas, asumiendo que el delirio de la Libertadores vale más que el salario mínimo de un mes.

El Fútbol Como Deporte de Élite

La preocupación de los aficionados es tan tierna como inútil: temen que los precios limiten el acceso de los hinchas al estadio. ¡Claro que lo van a limitar! Ese es el punto. El Flamengo ha entendido que su producto no es un deporte popular, es una experiencia VIP, y el hincha de a pie es un daño colateral perfectamente prescindible.

Adiós al torcedor humilde que vendía su alma por la entrada; bienvenido el ejecutivo de camisa cara y tarjeta corporativa. El fútbol brasileño, y la Libertadores con él, se está convirtiendo en un parque temático exclusivo donde la verdadera pasión es un riesgo sanitario.

Así que, Nação, a abrir el grifo del dinero. El Flamengo les ofrece el sueño de la final, pero primero les pasa la factura del divorcio. La grandeza se paga, y con un aumento del 121%, la codicia también. Al fin y al cabo, ¿quién necesita un techo o comida cuando puedes gritar un gol en el Maracaná? ¡La fe es lo que importa, y la fe, aparentemente, vale R$ 400!

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