Jürgen Klinsmann fue uno de los mejores jugadores de su generación, y conoce perfectamente las implicaciones que tienen las rivalidades históricas y las pasiones que desatan los grandes choques. En una entrevista exclusiva con FIFA.com, el actual seleccionador de Estados Unidos y excampeón del mundo y de Europa con la selección alemana explica qué hace que los encuentros entre estadounidenses y mexicanos sean tan intensos, en vísperas de la última edición del indiscutible clásico de la CONCACAF, este viernes.
El antiguo goleador, segundo clasificado del Balón de Oro 1995, también analiza los retos que aguardan a sus discípulos en el Hexagonal final, nos habla de la ventaja que puede representar jugar en su feudo de Ohio y revela por qué está tan entusiasmado como muchos hinchas estadounidenses con Christian Pulisic, la joven estrella del Borussia Dortmund.
Ya ha jugado siete veces contra México como seleccionador de Estados Unidos. ¿Qué hace que esta rivalidad sea tan especial?
Es algo único. Es una confrontación que va mucho más allá del fútbol. Pero también forma parte de una tradición futbolística en todo el globo, según la cual hay equipos que se definen en relación con sus mayores rivales. Están el Argentina-Brasil, el Países Bajos-Alemania, el Italia-Francia y muchos otros. Por no hablar también de las rivalidades entre clubes y los clásicos locales.
Parece que en los partidos entre las Barras y Estrellas y el Tri hay una intensidad especial…
Sí que son algo especial. En nuestra región, son los más importantes. Es el choque entre los dos grandes, y hay en juego mucho más que el resultado. Se levantan pasiones, pero también hay mucho respeto. Eso no puede pasarse por alto. En los cinco años que llevo aquí, todos los partidos en los que nos hemos enfrentado se han jugado con intensidad y respeto. La situación nunca se ha desbordado.
Entonces, ¿los jugadores estadounidenses quieren reivindicarse cuando juegan contra México?
Ellos [México] tienen más historia y más futbolistas en grandes clubes de todo el mundo que nosotros. Su cultura futbolística es más profunda. En todos los partidos contra ellos queremos reivindicarnos. Y creo que eso es positivo. Mis jugadores son conscientes de la importancia que tiene este duelo. Saben que en su país todo el mundo estará pendiente. Hay mucho en juego. Es una ocasión especial, sobre todo en los clasificatorios del Mundial. Es el momento que están esperando todos los jugadores estadounidenses.
Si pudiese elegir el calendario del Hexagonal, ¿preferiría jugar contra México y Costa Rica más tarde?
Si dependiese de nosotros, es posible que retorciésemos un poco el calendario. Pero no podemos hacer nada, así que nos contentamos con lo que hay. A mí me vale perfectamente empezar con México y luego, unos días más tarde, a domicilio en Costa Rica, que es otro reto enorme. Esto llega bastante rápido; primero nuestro mayor rival y luego nuestro segundo adversario más importante. ¡Pero créame cuando le digo que para ellos también es lo mismo!
Columbus se ha convertido en un fortín. Han ganado sus cuatro últimos clásicos de los clasificatorios en Ohio, y todo indica que el público ha tenido un papel fundamental. ¿Cómo influye este estadio?
Para nosotros es un sitio importantísimo. Es un estadio más pequeño, en el que el 90 o 95% de los espectadores nos animan. En los estadios más grandes de Estados Unidos no siempre es así. Al final, hay más seguidores de México que de Estados Unidos. Es normal, y lo entiendo perfectamente. Pero en Columbus es distinto. A lo largo de los años, se ha ido creando un aura. Hemos ganado tantas veces, y por ese resultado de 2-0, que parece que este lugar tiene algo mágico. Es una buena sensación, para los jugadores, para los hinchas y para la ciudad de Columbus. Contra México, da la impresión de que es nuestra verdadera casa.
¿Qué importancia tiene empezar con buen pie en el Hexagonal?
Es crucial. Los primeros resultados son importantes. La última vez, vimos cómo México empezó con malos resultados y luego cambió de seleccionador, y volvió a cambiar, y al final necesitó la repesca para llegar a Brasil 2014. Nosotros también perdimos nuestro primer partido, contra Honduras, y generó ciertas dudas. Aunque, por supuesto, si hay un tropiezo queda muchísimo tiempo para recuperarse, pero queremos arrancar con fuerza.
Su única derrota ante México se produjo hace un año, en un encuentro disputado excepcionalmente en el Rose Bowl, en el que había en juego un puesto en la Copa FIFA Confederaciones de 2017. ¿Qué lecciones extrajo de aquel partido?
Fue un partido fantástico. Muy competitivo. El ambiente en las gradas era asombroso. Para nosotros fue un fastidio, porque el público animó sobre todo a México. Pero al final, en realidad, los mexicanos jugaron a un nivel más alto que nosotros, así que ganaron merecidamente. Hay que asumir ese tipo de derrotas, sin dejar de tenerlas en cuenta, y utilizarlas para preparar el siguiente partido. Cuando se pierde siempre es por algún motivo, y hay que tener cuidado para no volver a cometer los mismos errores.
Al principio de su etapa como entrenador bromeó acerca de encontrar un “Messi oculto” en Estados Unidos. ¿Es Christian Pulisic?
El potencial de este jugador es ilimitado. Yo siempre he dicho que uno tiene que escribir su propia historia, y ahora mismo él lo está haciendo. Creo que es muy poco habitual en Estados Unidos que un jugador haya progresado tanto siendo tan joven, pero en Europa, si uno es lo bastante bueno, la edad no importa. Él ha tomado las riendas, es la pieza del rompecabezas que esperábamos encontrar este año, y supone un gran ejemplo para otros jóvenes al mostrarles cómo debe hacerse para jugar al mayor nivel y demostrar su valía.
Ahora ya es titular con el Borussia Dortmund, y parece encontrarse muy cómodo. ¿Eso es importante?
Es importantísimo que esté disputando los mayores partidos de la Bundesliga con el Dortmund y que sea titular en la Liga de Campeones. ¿Quién lo habría pensado hace un año? Nadie.
¿Cómo le describiría los retos del Hexagonal a alguien que no conozca la CONCACAF?
En ciertos aspectos, es una competición sencilla. De las seis selecciones, hay que estar entre las tres primeras. Pero hay partidos muy complicados a domicilio. Desde el punto de vista logístico, es duro. Los viajes son duros. Hay que afrontar cinco partidos fuera de casa en los que el estadio rival es una olla a presión. Así que uno sale de su zona de confort en todos los partidos como visitante. El sistema es simple: hay que ganar en casa e intentar no ceder los tres puntos fuera. A lo largo de las décadas, ha funcionado, y vamos a intentar que funcione de nuevo.
Fuente: FIFA.com
Diego Martín Yamus.
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