El equipo japonés estuvo a punto de mandarse la «gran Leicester City» y por poco no arma un desmadre atómico; le ganaba 2-1 al Real Madrid y no logró rematarlo cuando tuvo para hacerlo.
No imaginamos un lunes hablando de la hazaña del Kashima Antlers y un martes contando que otra vez, por segunda ocasión en el año, las casas de apuestas quebraron por culpa de un inesperado resultado; ni de la furia de la FIFA porque algo salió mal y ganó el que no debía.
La cuestión es que el Real Madrid mueve una impresionante cantidad de dinero a lo largo del mundo, desvirtuando por completo al deporte y tirando por tierra la esencia de «que gane el mejor», transformándola en un «que gane el que tiene que ganar».
Así fue que no echaron a Sergio Ramos cuando cometió una clara infracción que meritaba la segunda amarilla, debiendo terminar el juego con diez en la cancha Real Madrid, pero el referí -que puso la mano en el bolsillo- le hizo el mandado a los intereses creados y no lo mandó a las duchas. Marcelo, por ejemplo, voló a más de un japonés y bien gracias, lo curioso fue que un brasileño que ingresó en el segundo tiempo llamado Fabricio cometió una falta menor y fue enérgicamente amonestado, menos mal que no expulsaron, porque comenzó a reírse del referí.
Si hubiese ganado el Anlters las empresas de publicidad y marketing hubieran perdido muchísimo dinero, gracias al cielo (como dicen los gringos) existen redentores como el referí zambio Jany Zikazwe, enviado especial de Dios MKT que cumplió su voluntad. Amén.
@lostribuneros