En los comienzos de los años 80 del fútbol argentino, hablar de Unión de Santa Fe, uno de los grandes del interior, era lo mismo que hablar de su centrodelantero, Ramón Miguel Centurión, que por sus goles fue ídolo del “tatengue”. Pero cuando sus cualidades lo llevaron nada menos que a Boca y River, fue más noticia por líos que por su juego. Suspensión por dóping, penales errados, baja forma y hasta un escándalo en plena Bombonera lo marcaron cuando tenía todo para quedar en la historia de otra manera.
Nacido un 20 de enero de 1962 en Santa Fe, comenzó con sólo 16 años en el rojiblanco en 1978, donde con el tiempo fue sinónimo tanto como sus más de 100 partidos y alrededor de 40 goles. Claro que los gigantes nacionales lo quisieron y el resurgido Boca de Alfredo Di Stéfano, apenas salido de un peligro de quiebra, lo contó como gran refuerzo en la primera parte del torneo 1985/86. El “Pelado” se presentó con tres tantos en seis minutos a Gimnasia y Esgrima La Plata para un rotundo 6 a 0, pero de a poco su rendimiento cayó, los hinchas lo insultaron y para más, erró tres penales ante Ferro, Huracán y justamente Unión, éstos dos en una semana. Su corto paso por el xeneize concluyó con un exabrupto suyo cuando tras marcar un gol, se agarró los genitales ante la tribuna y el tanto fue anulado por el árbitro, por lo que la gente se burló de él; aparte, debió retirarse luego en un auto policial.
Para 1986 el espectacular River del “Gambino” Héctor Veira lo incorporó a un ataque de lujo junto a Roque Alfaro y Antonio Alzamendi. Y tras ser parte del campeón de ese torneo, Centurión respondió a las maravillas en la Copa Libertadores, marcando siete goles que enviaron a los millonarios a las finales con América de Cali. Estaba a punto de alcanzar su mejor momento. Sin embargo, tras un encuentro ante Temperley por la liga, se le detectó dóping positivo de metanfetaminas y fue suspendido, aunque lo dejaron actuar en la Copa hasta antes de la decisión, donde fue reemplazado por el imborrable Juan Gilberto Funes. Tampoco pudo estar en la Intercontinental ante Steaua de Rumania, pero sí en 1987 fue titular en el 3-0 ante Alajuelense de Costa Rica que valió la extinta Copa Interamericana.
Recién en 1989 Centurión regresó a jugar en River, anotándole a Boca para eliminarlo en la Liguilla Prelibertadores y siendo parte del equipo de Daniel Passarella que se llevó el campeonato. Se fue entonces a Estudiantes de La Plata hasta 1991, donde retornó a Unión. Un retorno muy amargo, ya que el “tate” descendió a la B Nacional y el goleador dejó los campos de juego. Los años que siguieron lo vieron envuelto en depresión, hasta que se hizo técnico y dirigió en las inferiores unionistas, sacó campeón al conjunto representativo de la Liga provincial y pasó por otros varios de la zona: Independiente de Santo Tomé, Miramar de Arroyo Aguiar o Ciclón Racing. Pero aquel tremendo artillero que vio Santa Fe se diluyó en la mediocridad y la polémica a la hora de lo grande.
Diego Martín Yamus.