Se pueden marcar cantidad de goles y ganar títulos, y sin embargo no entrar en el corazón del hincha. O al Revés. El caso de Leonardo Biagini va con el primer ejemplo. Un delantero ganador con las selecciones juveniles que parecía tener destino de mayor y de grandes clubes de Europa no logró trascender todo lo esperado, y su retiro a los 31 años fue un motivo más para no fijar memoria.
No por eso el nacido en Arroyo Seco (Santa Fe) en 1977 dejó de conocer éxitos. Es que ya desde antes de debutar en Newell’s Old Boys a mediados de 1993 lo hizo en el Sub 17 de Reinaldo Merlo, cuando ayudó a Argentina a ir del Sudamericano de Colombia al Mundial de Japón, donde la albiceleste fracasó en la ronda inicial y él marcó dos goles.
Enseguida llegó su hora en el rojinegro para el Torneo Apertura 93 (segundo semestre del año) en donde compartió plantel con nada menos que Diego Maradona, que había vuelto de su primera suspensión por dóping. Pero su vida inicial era el equipo nacional: estuvo en aquel lastimoso Torneo de las Américas Sub 23 de Colombia en 1994, donde con 17 años le marcó un lindo gol a Uruguay, que igual no sirvió para seguir.
Su revancha fue terrible: en 1995 fue una de las caras del comienzo de José Pekerman y respondió con todo, con cuatro goles en el Sudamericano de Ecuador que pusieron al equipo en el Mundial. Y qué decir en Qatar 95, donde a pesar de una lesión le hizo un gol a España en la semifinal y una obra de arte al potentísimo Brasil en la final para darle a la Sub 20 su primer alegría en 16 años.
Ya con poco rodaje en Newell’s, en 1995 fue el Atlético Madrid que se fijó en él y lo fichó. Y Biagini, compañero de Diego Simeone y Juan Esnaider, contribuyó al doblete del “colchonero” con la Liga y la Copa del Rey. Pero tras una pobre segunda temporada fue pasado al Mérida, en el que perdió la categoría principal en 1997.
Entonces fue a su segundo sinónimo, el Mallorca, en el que pasó cinco años productivos, sólo cortados por lesiones y un breve préstamo al Portsmouth inglés. Con los baleares alcanzó la final de la desaparecida Recopa, a la que llegó gracias a su gol en la semifinales de vuelta sobre el Chelsea para luego caer con la Lazio italiana. Y en 2003 ayudó a conquistar la Copa del Rey.
Seguidamente anduvo por tres modestos como Rayo Vallecano, Sporting Gijón y Albacete y decidió en 2007 regresar al país para defender a Arsenal de Sarandí, que disputaba con gran suceso la Copa Sudamericana. A sus 30 años, Biagini ingresó en ambas épicas decisiones contra el América de México (3-2 allá y 1-2 en Sarandí), y se retiró con gloria del fútbol. “Vi que el ambiente no era tan sano, que había muchos intereses y preferí dejarlo”, le confesó al diario La Nación.
Hoy, a los 47 años, aquel pibe de Arroyo Seco que rompía redes en las juveniles vive con su familia en Mallorca y está dedicado a la preparación física con deportes como el crossfit, que realiza en un centro en Son Verí, cerca de donde reside. Sin la pelota pero siempre en movimiento, Leonardo Biagini continúa bien activo. Aunque se lo extraña definiendo de esas formas tremendas partidos decisivos.
Diego Martín Yamus.
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