Puede cualquier jugador ser parte de mil clubes y ni quedar en el recuerdo, más allá de los goles o títulos que consiga. Sin embargo, Julián Edgardo Maidana, gran zaguero, pasó a la posteridad por un solo momento: aquel cabezazo que le dio a Talleres de Córdoba la última Copa Conmebol, en 1999. Aunque logró otros hitos, la historia lo marcó con esa gloria para siempre.
Maidana había debutado con sólo 16 años en 1988 en All Boys, el popular club de Floresta (Buenos Aires capital) en el que estuvo hasta 1995. Tantos años no fueron en vano cuando en 1993 ayudó a que el “albo” subiera a la B Nacional. Se fue de Floresta en 1995 a Gimnasia y Tiro (Salta) y luego a Instituto de Córdoba, hasta que, en 1998 talleres, el otro grande cordobés, lo tomó. Y el defensor respondió llevando de nuevo a Primera a la T ese 98, encima en emotiva final ganada por tiros desde el punto penal a Belgrano, otro clásico de la provincia.
Pero su momento de fama, como suele decirse, aún no había llegado. En el segundo semestre de 1999, Talleres afrontó la desaparecida Copa CONMEBOL, buscando un logro internacional del que nunca había tenido chance cercana. Junto a un gran equipo como el de Ricardo Gareca, llegó a la decisión de la última edición contra el CSA de Brasil. Luego de la derrota 2-4 en la ida, aquel 8 de diciembre el albiazul copó su estadio para intentar lo que parecía imposible. No tanto a 20 del final, ya que iba 2-0 y con un penal errado. Y en el instante justo llegó el momento para Maidana: el minuto 90. Tras un tiro de esquina y una serie de rebotes, el delantero Astudillo desbordó y su centro fue a la cabeza de Julián, que así marcó el 3-0, la diferencia de gol ansiada y la gloria eterna para Talleres. Y para el marcador central.
Porque en los años que siguieron sólo fue victorioso con el Newell’s Old Boys campeón del Torneo Apertura en 2004, el del centenario “leproso”, dirigido por Américo Gallego y con Ariel Ortega de compañero entre otras grandes luces. El 22 de agosto también dejó memoria de cabeza, es que de esa vía definió el clásico de Rosario ante Central 1 a 0. Previamente tuvo un fugaz paso por Racing (2002) y un tal Livingstone Football Club de Escocia, para recalar en el rojinegro. Pero su aporte se esfumó con problemas con la dirigencia, y de ahí en adelante deambuló por vas equipos:
En 2006 volvió a ganar esta vez afuera, con Gremio de Brasil y en el campeonato estadual de Río Grande do Sul, el “gaúcho”. En 2007 regresó a un Talleres que era una sombra de aquel glorioso del 99: en la B Nacional, luchando para no descender aún más al argentino A y con serios líos institucionales. A mediados de 2008 se fue al O’Higgins de Chile, regresó al país en Banfield y cerró su carrera en Córdoba, primero en Ascasubi de la liga de Río Tercero y en 2011 en General Paz juniors. Para entonces probablemente muchos se olvidaron de aquella noche de luz brillante de la CONMEBOL. En cambio, los de Talleres le están eternamente agradecidos. Es que se puede ser grande sin cantidad de goles ni títulos. Como lo hizo Julián Maidana.
Diego Martín Yamus.