Jugadores olvidados: José “Bocha” Ponce, el diez de los tiros libres

En los años 80 en la Argentina abundaban los equipos y jugadores de buena técnica, creativos, ofensivos. Hasta el más modesto tenía su diez. Uno que iluminó el entonces “fútbol de los domingos” fue el “Bocha” José Daniel Ponce, un excelso mediocampista que tuvo su era dorada en el inolvidable Estudiantes de La Plata bicampeón 82 y 83, primero con Carlos Bilardo, que luego lo llevó a la selección. Pero si bien podía hacer goles de varias formas, el nacido en Godoy Cruz (Mendoza) en 1962 era sinónimo de los tiros libres.

Justamente en 1975, empezó a lustrar la pelota con su calidad en las inferiores del “Tomba”, que en ese momento no era parte de los torneos regulares de la AFA. Bilardo y Estudiantes se fijaron en él y lo contaron desde 1980 en el “pincha”, donde dos años después formó aquel espectacular mediocampo con Miguel Russo, Marcelo Trobbiani y Alejandro Sabella, siendo pieza clave para ganar el Metropolitano de 1982 en los comienzos del 83 y, ya con Bilardo entrenando a Argentina, dirigido por Eduardo Manera movió al que conquistó el Nacional 83 frente a otro once brilloso, el Independiente a la postre rey de América y el mundo.

Por supuesto que Bilardo lo convocó para la albiceleste, para la que debutó en junio, antes de ser parte en la Copa América de ese mágico 83. Disputó apenas 21 encuentros y no integró el plantel campeón en el Mundial de México en 1986. Sin embargo, dejó su huella en el equipo aquella imborrable tarde en Alemania, cuando el 12 de septiembre de 1984 la Selección le dio una lección a la del Kaiser Franz Beckenbauer, que se estrenaba en el banco. Esa vez en el Rheinstadion de Düsseldorf, el genial diez fue la razón del espectacular 3 a 1 con dos goles, uno de sus clásicos tiros libres a los cinco minutos, iniciando una diferencia que aumentaría Falkenmayer en contra y cerraría Jakobs para el local.

En los segundos 80 siguió destacando por su talento, pero atravesó un tiempo de irregularidad al jugar en varios clubes, incluyendo otro período en Estudiantes en la temporada 1988/89. Antes estuvo de paso por Atlético Tucumán y el fútbol colombiano, donde militó en el Junior y el Unión Magdalena. Pero volvió a brillar en el Boca de Carlos Aimar, campeón de la Supercopa 1989 ante un súper Independiente, y de la Recopa Sudamericana jugada en 1990, aparte de una buena campaña local que se cerró entrando a la Copa Libertadores 1991 al derrotar otra vez al rojo en las finales de la Liguilla.

Fue la última gran época del mendocino, que más tarde se fue al exterior por primera vez, al Nimes francés, para regresar y jugar para San Lorenzo de Almagro en la 91/92. Fue parte de Gimnasia y Tiro de Salta en 1993, Douglas Haig en 1994 y la vuelta a su provincia a Independiente Rivadavia en 1995, cerrando su carrera con una estadía en Chile entre 1995 y 1997 en Coquimbo Unido (despedido por golpear a un juvenil), Everton y su último club, Huachipato, ese 1997. Después se supo poco de él, alguna incursión como técnico o en escuelas de fútbol del vecino país, donde vive actualmente y se dedica a la minería. Es que nunca fue un hombre de alto perfil. Sin embargo, José Daniel Ponce colocó su nombre entre esa constelación de cracks de los 80. Por eso es difícil de olvidar. Por eso y por sus tiros libres.

Diego Martín Yamus.
Diegoperiodista93@gmail.com.