Existen los futbolistas de las grandes luces, lo conocemos a diario. Incluso un chico de 15 años puede serlo, como Sergio Agüero en 2003. Pero en el planisferio del fútbol existen nombres e historias muy prometedoras que, por varios motivos, duran poco y su estrella se apaga rápido. O al revés, duran mucho, pero se alejan de esas grandes luces. Desde hoy en Tribunero intentaremos reflotarlos para que se sepa que ha habido otros talentos que no necesariamente se apellidan Maradona o Alonso.
El caso con el que abrimos hoy es el de Denny Fabián Ramírez, el buen delantero que en 1982 se convirtió en el debutante más joven en la historia de Boca. El nativo de Laguna Blanca (Formosa) lo hizo el 8 de abril de 1982 con sólo 15 años, 11 meses y 23 días en un perdido 2-0 sobre Mariano Moreno de Junín por el Campeonato Nacional. Era una época de a poco dura para el xeneize, con Diego Maradona ya casi vendido al Barcelona, malos resultados y referentes que empezaban a aparecer poco para darles paso a chicos de unas precarias inferiores. Sin saberlo, Denny se convertía en el más chico en ponerse la azul y oro, de la que era fanático. De ese debut se cuentan dos curiosidades: que su familia, allá en Laguna Blanca, no se enteró de la noticia ya que fue a visitar por la Semana Santa a su abuela, que para colmo no tenía radio. Y la otra, que la generosa hinchada lo ovacionó al verlo de titular con un “aplaudan no dejen de aplaudir los goles de Ramírez que ya van a venir”.
Pero esos goles nunca llegaron, y la vida de Ramírez fue penosa como la de varios pibes que vivían en La Candela, legendario lugar de concentración y prácticas del primer equipo. Hasta padecían problemas de alimentación; según el delantero, a veces comían gracias a hinchas o dirigentes que los llevaban a algún lugar de paso. En ese triste contexto, Ramírez jugó un puñado de partidos, sin duda el más recordado el 1-2 ante Atlanta con juveniles por la huelga de profesionales debido a falta de pago, además vistiendo camisetas blancas con los números pintados con fibra, los que encima se borroneaban con la débil lluvia de esa tarde.
Así alcanzó a disputar en total 17 encuentros, el último el 6 de julio de 1985 en un 3-1 a Racing de Córdoba en la reapertura de una Bombonera clausurada. Después, como varios de sus compañeros, fue cedido casi para sacarlo de encima a Estudiantes de Buenos Aires, donde jugó poco antes de sufrir una rotura de ligamentos y meniscos que casi lo retira del juego.
En 1989 regresó a Laguna Blanca y al club que lo vio nacer, Atlético, donde aparte de jugar fue preparador físico y presidente. En 2001 disputó el clásico de la zona ante Juventud de Naineck, a pedido del técnico ya que estaba retirado y fuera de estado. Su equipo ganó 3 a 1 y Denny resolvió dejar, abocándose a su otra gran pasión: ser maestro de grado, lo que aún hoy ejerce. Y también trabajó por un tiempo como coordinador Deportivo de la delegación zonal Pilcomayo.
Al menos, uno de los debutantes más jóvenes en Argentina vive hoy una vida digna. Eso sí, lejos de esa pelota, esa Bombonera y esa hinchada que lo acompañó en su momento.
Diego Martín Yamus.
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