“En la segunda parte no hemos jugado al fútbol; sólo ha habido caos”. Era la reacción del ex seleccionador holandés Marco van Basten nada más concluir un encuentro que tuvo lugar hace diez años, en el Mundial de 2006.
El Portugal-Países Bajos se perfilaba como uno de los duelos más destacados de los octavos de final de la Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006™, con dos potencias futbolísticas frente a frente que soan con ser campeones. Y de hecho, el choque pasó a la historia, pero por motivos totalmente distintos: el partido fue tan violento y contundente que el árbitro ruso Valentin Ivanov se vio obligado a mostrar 16 amarillas y 4 rojas; un récord de tarjetas en un solo partido de una competición de la FIFA.
Rafael van der Vaart, uno de los cinco jugadores holandeses que fueron amonestados en el encuentro –conocido desde entonces como la Batalla de Núremberg–, admitía luego que “nunca había vivido un partido tan sucio”.
La pauta del choque quedó marcada ya en el minuto 2, cuando Mark van Bommel vio una tarjeta amarilla por una entrada brusca. Apenas cinco minutos después, el árbitro anotó a Khalid Boulahrouz en su libreta por una dura falta sobre Cristiano Ronaldo, quien finalmente tuvo que marcharse lesionado antes del descanso. Un ambiente tenso dominó el primer periodo y, al filo del descanso, Costinha vio la segunda amarilla por una mano. Tras la reanudación hubo tres expulsiones más –Boulahrouz, Deco y Giovanni van Bronckhorst se fueron antes de tiempo a la ducha–, por lo que el gol de la victoria portuguesa, obra de Maniche, distó mucho de ser el aspecto más debatido del duelo.
“Ha sido un partido reñido que por momentos fue demasiado bronco”, declaró Luiz Felipe Scolari tras el pitido final, “pero también ha sido un partido bonito con ocasiones para ambos bandos. Personalmente, como seleccionador de Portugal, ha sido la primera vez en tres años y medio que dos de mis jugadores han sido expulsados”.
El defensa luso Fernando Meira también expresó su opinión sobre el encuentro: “Fue como una pelea que divirtió a los jugadores y aficionados. Nunca olvidaré la tensión ni las emociones vividas”.
Ivanov, el hombre que, en medio de todo, intentaba mantener el control, tenía 44 años entonces y ése fue su último partido internacional como árbitro. Asimismo, resultó ser uno de los más difíciles… “Definitivamente, puede decirse que fue el partido más complicado de mi carrera”, admite en una entrevista para FIFA.com un decenio después. “Había arbitrado muchos encuentros antes tanto en Rusia como en el ámbito internacional y había lidiado con un montón de situaciones diferentes. Sin embargo, el ambiente en el que me vi inmerso durante aquel encuentro no se parecía a ningún otro que hubiese vivido”.
Cuando se preparaba para el choque, ¿se imaginaba que iba a ser así de bronco?
Me estaba preparando para un encuentro con una presión altísima. Países Bajos y Portugal eran dos selecciones que se habían fijado como objetivo ganar el campeonato, por lo que una derrota en octavos de final era inconcebible para ambas.
¿Qué cree que provocó semejante agresividad en ambas selecciones?
A mí mismo me interesaría averiguarlo; me gustaría preguntar a los jugadores qué fue exactamente lo que los enardeció tanto. A veces, sí que tienes momentos en los partidos en que tus decisiones pueden acalorar la situación; por ejemplo, dando a los jugadores más motivos para luchar entre sí. Sin embargo, en este caso, no creo que el ambiente del encuentro estuviese relacionado con mis decisiones.
¿Cuál fue el momento más difícil para usted?
Han pasado diez años y todavía no he vuelto a ver este encuentro, así que ya no recuerdo los detalles. Diré, no obstante, que es realmente difícil supervisar estos partidos de una forma ideal. Tienes que adaptarte a cómo vaya saliendo el partido e intentar neutralizar la situación.
¿Qué sentía uno al estar en medio de esos enfrentamientos?
Yo tenía mucha experiencia, y entendía que en un ambiente con tanta presión es especialmente importante no ir demasiado lejos en una dirección, para que nadie pueda decir que un equipo ganó por los errores del árbitro. Si muestras una tarjeta a un jugador de un equipo, tienes que mostrarle la tarjeta a otro jugador del equipo contrario por una situación similar. Y hasta cierto punto, conseguí hacerlo. No tuve tiempo de preocuparme por nada. Solamente pensaba en que no tenía que perder la cabeza, y en prestar mucha atención a las decisiones que tenía que tomar. Además, sabía que iba a terminar pronto; el partido no iba a durar eternamente.
¿Qué pasó tras el pitido final?
Lo más sorprendente es que, en cuanto acabó el partido, los jugadores se calmaron como si nada hubiese pasado. Hice sonar el pitido final y se hizo el silencio. ¡El espectáculo se acabó, gracias por haber venido…! Todos los jugadores estaban completamente tranquilos y nadie tenía ninguna queja. Incluso los jugadores que había expulsado estaban calmados. Otra sorpresa para mí fue cuando charlé con aficionados en el aeropuerto de camino a casa. ¿Te puedes creer que muchos de ellos disfrutaron del encuentro, a pesar de la violencia, y que les decepcionó que no se fuese a la prórroga?
¿Qué recuerdos conserva de la Copa Mundial de la FIFA 2006 y de este encuentro en particular?
Al igual que las selecciones participantes, los árbitros no pueden permitirse el lujo de empaparse plenamente del ambiente festivo que experimentan los aficionados en un Mundial. A diferencia de los hinchas, los árbitros sienten nervios, y están pensando constantemente en los partidos y en su trabajo. Sin embargo, cualquiera que tenga algo que ver con el fútbol sueña con verse inmerso en un Mundial: es el culmen de su carrera. Así que puedo decir que estoy feliz y orgulloso por haberlo conseguido.
Fuente: www.fifa.com
Diego Martín Yamus
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