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La selección iraquí rompió con un maleficio de 35 años. Mucha agua corrió debajo de ese puente; guerras, invasión, restricciones, dolor y más dolor luego de que a principios del Siglo XXI arbitrariamente Estados Unidos invente una mentira sobre armas químicas para impunemente tomar la riquísimo país petrolero y sumirlo en la miseria.
Finalmente sedearon la Copa del Golfo y la ganaron. Fue sobre Omán, en Basora, donde se impusieron por un dramático 3-2 en el alargue. La euforia fue tal que en la previa hubo que lamentar el fallecimiento de dos hinchas luego de una avalancha producida por una multitud que se agolpó al estadio, sin entrada, con el fin de poder ingresar como sea.
Tras este momento doloroso, el encuentro se llevó a cabo de la misma forma. La multitud estaba eufórica en las graderías del Sports City con la ilusión de ver a su equipo triunfante en este torneo arábigo que tiene al vecino y enemigo Kuwait como amo y señor.
La puja iba con los iraquíes arriba en la prórroga, hecho que los dejaba al borde del título debido a que se pusieron 2-1 a falta de apenas cuatro minutos, pero, cuando restaba apenas uno para ir a los penales cuando el conjunto omaní los empató. Fue sacar de medio, empujar, y en ese minuto que el referí decidió dar como reposición llegó el 3-2 que consagró al anfitrión.
Mientras tanto las calles de la capital Bagdad vivieron un sueño de mil y una noches. Hombres y mujeres estallaron de júbilo expresando así su alegría por el triunfo deportivo.
