El Mundial de 1998 pasó a la historia no sólo por ser el primero con 32 países. O por ser el último del siglo XX. Fue histórico por la consagración por fin de Francia, el local que venía de dos Copas frustradas en los 80 más dos ausencias. Y por varias apostillas memorables, más allá de equipos como Croacia o Países Bajos.
La primera no fue tan de un famoso, ya que la protagonizó Marruecos. El conjunto norteafricano batió fácil 3-0 a Escocia en el cierre del Grupo A y al final del encuentro, los jugadores festejaron en la cancha lo que ellos creían era el pase a los octavos de final. Ni imaginaban que sobre el cierre Noruega había vencido al gran Brasil 2 a 1 y los había eliminado.
Italia y Chile (que retornaba tras 16 años) jugaban partidazo entre sí en su debut en el Grupo B. Para este choque de grandes, la FIFA como siempre acertada se atrevió a designar a un árbitro de Níger, Lucien Bouchardeau. No parecía el más indicado para tamaños países. Fue por eso que a los 85 minutos y con la roja 2-1, sancionó un penal por mano casual del zaguero Fuentes que Roberto Baggio cambió en el 2 a 2 final. Pero el lío no era sólo de Níger: en el Camerún-Chile de cierre, el húngaro Laszlo Vagner anuló mal el tanto de François Omam Biyik que le hubiera dado el pase a los Leones Indomables.
Pierre Issa era un marcador central de la arribada Sudáfrica, en su retorno tras el apartheid. El zaguero había nacido en Francia y enfrentaba el 12 justamente al local en el arranque del Grupo C. Issa terminó marcando sin querer para su patria de nacimiento, el segundo gol en contra a los 78 minutos y el tercero a los 90, aunque aquí fue de Thierry Henry y él la empujó ya adentro. Fue 3-0 para los del joven Zinedine Zidane iniciando su camino a su primer título.
Sudáfrica también dejó dos pequeñas marcas para los Mundiales en su estreno. En su segundo partido (1-1 con Dinamarca) hubo tres expulsados, Phiri por los africanos y Molnar y Wieghorst por los escandinavos. Y en su despedida, igualó a dos con Arabia Saudita, en donde tres de los cuatro goles fueron de penal.
Uno de esos demasiado inflados candidatos era España, todavía bajo el comando del tacticista Javier Clemente. Con un plantel riquísimo (Raúl, Morientes, Kiko, Luis Enrique, Hierro, hasta Juan Antonio Pizzi) cayó en la primera ronda. Fue notorio su golpe 2-3 con Nigeria, donde el golero Zubizarreta dio nuevas muestras de su flojedad siendo responsable del segundo gol africano.
México tenía nueva chance de pasar el famoso “quinto partido”, el de los octavos de final. Y el de Manuel Lapuente hizo la proeza de remontar tres veces un marcador adverso, especialmente por los ingresos de Jesús Arellano y Luis Peláez que le daban nueva vida. Así superó un 0-1 con Corea del Sur para 3-1 y empató a Bélgica y Países Bajos a dos tras ir 0-2. Ya en octavos vencía a Alemania, pero se quedó y perdió 2 a 1 yéndose otra vez a casa.
El 21, los germanos enfrentaban a Yugoslavia (su último torneo como tal) y remontaron para igualar a dos. Pero la nota destacada la dio Lothar Matthaeus, que al ingresar en el reinicio por Dietmar Hamann llegó a su quinto evento mundialista a los 37 años.
Sin duda, un choque esperado por los antecedentes políticos era el de Irán ante Estados Unidos. Los iraníes ganaron 2 a 1 y lo celebraron como un título del mundo. La curiosidad era que su técnico, Jahar Talebi, vivía por entonces justamente en suelo estadounidense.
Una Historieta de lo más loca fue la del 26 de junio, cuando Rumania enfrentó a Túnez ya clasificado junto a Inglaterra en el Grupo G. Por una promesa poco recordada o cosa por el estilo, los europeos orientales salieron a la cancha del flamante Stade de France con su cabello teñido de amarillo muy claro, una rareza que no les sirvió porque terminaron 1-1 y en octavos perdieron con Croacia.
Otra novedad de Francia 98 fue el desempate en tiempo suplementario con gol de oro, donde el primero que anotaba ganaba. El famoso francés Laurent Blanc estaba en contra del sistema. Sin embargo, cuando los Bleus vencieron a Paraguay 1 a 0 con un tanto dorado justo de Blanc, en la conferencia el defensor dijo que no iba a criticar más el gol de oro…
Como contamos, México vencía a Alemania y tenía la chance de por fin pasar a cuartos. Pero en insólita jugada Arellano y el “Pájaro” Luis Hernández perdieron el segundo con el arco alemán a su disposición. Luego los germanos dieron vuelta a 2-1 y siguieron.
La estadía de la Argentina de Passarella fue bastante tortuosa, con mucho choque con la prensa (lona verde para no dejar ver las prácticas, por ejemplo). Pero los comandados por Ortega y Batistuta iban perfecto, incluso con triunfo inolvidable sobre Inglaterra por penales, hasta que en los cuartos se toparon con Países Bajos, justo 20 años después de la final de 1978 que fuera el primer halago albiceleste. Con el encuentro 1-1 y la Selección mejor, Batistuta estrelló un remate en el poste de Edwin Van der Sar. Luego Ortega se hizo expulsar tontamente con un cabezazo al arquero, y en la última pelota un despeje de Frank de Boer le cayó a Dennis Bergkamp, que superó el tardío cierre de Roberto Ayala y marcó el 2-1 y el lugar en semifinales. Y Passarella se retiró sin pena ni gloria de su sinuoso ciclo.
Tras la Guerra de los Balcanes, Croacia había quedado independiente y con Davor Suker a la cabeza ingresó en el primer Mundial de su vida. Realizó una espectacular campaña dejando afuera a Alemania 3-0 en cuartos, complicando a Francia en las semifinales y finalmente, batiendo a Países Bajos 2 a 1 para alcanzar el tercer puesto, sólo pocos años después de su constitución como selección. Y fue uno de los equipos más técnicos del torneo.
El 12 de julio era el día esperado por toda Francia para frente a Brasil intentar su primer éxito. Todo empezó bien para los locales antes del partido, cuando en la concentración brasileña su astro Ronaldo se descompuso (dijeron abrumado por presiones mediáticas) y si bien jugó, fue una sombra igual que sus compañeros. Francia fue superior, Zidane marcó sus dos primeros goles en la Copa y Emmanuel Petit cerró con aquella corrida memorable para el 3 a 0 y la alegría de otro maleficio quebrado, bajo el comando de Aimé Jacquet, el técnico tan discutido antes. Por fin el Mundial tuvo el típico gusto francés.
Diego Martín Yamus.
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