La Copa del Mundo de 1994 fue sin duda histórica y distintiva por muchas cuestiones. A pesar de aún contar 24 países, no sólo incluyó cambios reglamentarios y de competición (no pase al arquero, banco completo, sorteo por ranquin FIFA) sino que sus hechos así la consagraron. Fue el último Mundial de Diego Maradona, retirado en tristes circunstancias por su dóping positivo, el de la eliminación de una Argentina que iba para campeona, la loca llegada de Bulgaria y Suecia a semifinales y sobre todo, que Brasil rompió su maleficio y consiguió su cuarto título tras 24 años, en la primera final definida por penales sobre una pobre y heroica Italia.
El 17 de junio fue la primera muestra de ese Mundial revolucionario que Pelé había soñado en el país del soccer sintético. La inauguración fue en el Soldier Field de Chicago, y una unificada Alemania batió 1-0 a la épica Bolivia, que además tuvo la expulsión de su estrella Marco Etcheverry a cuatro minutos de haber entrado. El mismo día en Dallas, Corea del Sur le empataba 2 a 2 a la tacticista España de Javier Clemente, que iba 2 a 0.
El 18 siguió la World Cup USA 94 en Detroit, donde el Pontiac Silverdome fue el primer estadio techado en albergar un encuentro del Mundial, cuando los locales igualaron con la futura revelación suiza 1 a 1.
Ese Grupo A vio el primer puesto de la Rumania de Gheorghe Hagi, luego verdugo de la Selección. Pero el 22 fue el partido tristemente célebre. Estados Unidos, en pleno crecimiento, derrotó a la promocionada Colombia 2 a 1. El gol de apertura fue del zaguero Andrés Escobar, lo que a su regreso le costó la vida. Los cafeteros, que llegaban hasta como candidatos al título tras su 5-0 en cancha de River, estuvieron rodeados de una atmósfera de amenazas y a pesar de ganar en el cierre a los suizos, se fueron como llegaron.
El 28 se produjeron dos nuevos récords en la vida mundialista. Por el Grupo B, Rusia, un pedacito de la recién disuelta Unión Soviética, goleó 6 a 1 a Camerún. El delantero Oleg Salenko fue el hasta hoy único en convertir cinco tantos en ese partido. Del otro lado, el ya legendario Roger Milla fue el más veterano en hacerlo a los 42 años. Igual, la caída le costó al arquero Joseph Bell sufrir el incendio de su casa.
Argentina comenzó tan bien el 21 que no sólo barrió 4 a 0 a Grecia, otro raro nuevo, con tres de Batistuta, sino que Diego Maradona marcó sin saberlo su último gol en la Copa. Días después sería su función despedida con soberbio trabajo en el 2-1 a Nigeria, que sin embargo terminó en su ida rápida de la cancha y su posterior episodio de dopaje.
Lo peor para los de Alfio Basile no fue eso sólo. La fecha de cierre de ese fácil Grupo D los encontraba primeros. Pero lo de Diego impactó notoriamente. Perdieron con Bulgaria 2 a 0, y ese segundo gol de Sirakov a los 90 minutos, más el también agónico de Finidi de Nigeria a Grecia (2-0) determinó su tercer inesperado lugar y su pase a octavos con Rumania, donde sería eliminado 3 a 2.
El arranque de Italia fue de lo más angustioso. Habiendo sido superado por Irlanda 0-1, venció a Noruega (otro regreso exótico) en un encuentro donde debió soportar para empezar la expulsión de su arquero Pagliuca y su reemplazo por Marchegiani, con lo que así el legendario técnico Arrigo Sacchi sacrificó nada menos que al gran Roberto Baggio. Encima, otro grande como Franco Baresi se lesionó la rodilla. A pesar de esas duras bajas, el gol de Dino Baggio les trajo el 1-0 y el alivio.
Otro cambio reglamentario fue la introducción de la tercera variante, entonces sólo para el arquero. En el Bélgica-Marruecos de inicio del Grupo F se dio por primera vez cuando a los 88 minutos el técnico marroquí Abdellah Blinda reemplazó a su golero Azmi por Alaoui.
Uno de los debutantes fue Arabia Saudita, al comando del argentino Jorge Solari. Y sería la revelación de esa zona, primero al complicar a Países Bajos, luego vencer el 25 a Marruecos en el primer encuentro entre un asiático y un africano y, para mejor, su nueva victoria sobre Bélgica con aquel espectacular gol de Saeed Al Owairan que eludió cinco jugadores antes de definir con un gran remate arriba.
Ya en los octavos de final, Italia tuvo mucha buena suerte para eliminar a Nigeria en su debut Mundial. Las Águilas ganaban con tanto de Amunike hasta el minuto 88. Fue allí que el ingresado Oliha sacó la pelota al lateral, en vez de cederla a tres compañeros libres. Ese error motivó el saque que fue al lateral Mussi, que desbordó por la derecha y su centro atrás fue a Roberto Baggio, que así empató un match casi perdido y lo envió al alargue. Allí, Baggio marcaría de penal el 2-1 azzurro final.
Los de Sacchi siguieron con la fortuna a su favor en los cuartos de final, donde les tocaba el clásico ante España. Con el encuentro 1-1 a falta de cinco minutos, Julio Salinas tuvo su cara a cara con el retornado Pagliuca para triunfar, pero éste lo tapó en mala resolución del recordado delantero. En la acción siguiente los italianos no no perdonaron y Baggio definió ante Zubizarreta para darle el pase a su país.
Otro triunfo y otro equipo para la historia fue la Bulgaria de Hristo Stoichkov, que hasta Estados Unidos 94 no había ganado ningún partido. Tras haber dejado atrás a Argentina y México, se las veía en cuartos con Alemania. Que era favorito e iba 1 a 0. Hasta que a los 74 minutos fue justamente Stoichkov de tiro libre que igualó. Y dos después, el medio Letchkov, figura de la cancha, clavó un espectacular cabezazo para un 2 a 1 histórico y un pase insospechado.
Los búlgaros cayeron con Italia y fueron contra Suecia por el tercer puesto. Pero no sólo fueron barridos 0-4 en 45 minutos, sino que a los 42 el capitán Ivanov fue reemplazado por su baja tarea. De fastidio, se sacó la cinta y la arrojó al suelo, mientras señalaba molesto a sus compañeros por su mala actuación.
Y aquel 17 de julio en el Rose Bowl de Los Angeles, el de los grandes recitales, Brasil e Italia dieron un concierto aburridísimo que derivó en los tiros desde el punto penal. Y el remate afuera de Baggio marcó el 3-2 y la alegría brasileña después de décadas de amarguras. El “tetra” había por fin llegado para ese grupo que, sin brillar, consiguió triunfar sobre un mediocre rival, síntesis de un mediocre Mundial americano.
Diego Martín Yamus.
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