Argentina llegaba a Alemania 74 con la desorganización total de esos tiempos. Como que su técnico oficial, el glorioso Enrique Sívori, había dejado su puesto y asumido Vladislao Cap. Una gira previa desastrosa en todo, un desmanejo absoluto dirigencial eran síntomas de lo que luego aconteció en una de las peores presencias albicelestes. Tanto que cosechó un solo triunfo, sobre el novato Haití y que sirvió para pasar angustiosamente a la segunda fase, la que luego cerraría una estadía negra en Alemania Federal.
La Selección, que como siempre llevaba nombres de gran jerarquía, regresaba a la escena mundial tras su humillante ausencia de México 70. Pero su vida en las canchas germanas sería tan tortuosa como su previa. Una derrota 2-3 con Polonia con errores de su arquero Daniel Carnevali y del inolvidable Roberto Perfumo precedió a un increíble 1-1 con la mediocre Italia, que llegó dos veces y le empató por culpa del recordado zaguero y su autogol. La última fecha de ese Grupo 4 los enfrentaba a Haití, la sorpresa de la CONCACAF al eliminar a México. Debía vencer a los caribeños por goleada y esperar que Italia cayera con los ya clasificados y sólidos polacos.
Aquel 23 de junio, los dos encuentros a la misma hora (aún no era regla) tuvieron los mismos condimentos dramáticos. Mientras en Stuttgart el famoso Giorgio Chinaglia perdía un gol imposible, en el Olímpico de Munich Rubén Ayala desviaba con el arco vacío. Por suerte para Argentina, rápidamente llegó el alivio con dos goles de Héctor Yazalde a los 14 minutos y René Houseman a los 17. Aún no era suficiente para el avance a la segunda fase, Polonia sin urgencias tenía que colaborar.
Y lo hizo recién a los 39 minutos cuando en pleno dominio del desarrollo, Andrzej Szarmach abrió el marcador. Sólo cinco más y fue Kazimierz Deyna que de media distancia aumentó a 2-0 casi irremontable para una muy baja azzurra. Con ese confort, la albiceleste siguió mejor y Ayala marcó a los 58. El descuento del brillante Emmanuel Sanon a los 63 no hizo mucha mella, ya que a los 66 apareció Yazalde para establecer el 4-1 final. Mientras tanto, los polacos controlaban su ventaja que nunca peligró, a pesar de que un joven Fabio Capello descontó a los 85.
Esos instantes fueron dramáticos para Argentina, que esperaba que los italianos no le aguaran la pequeña alegría con un posible empate. Los de Ferruccio Valcareggi se lanzaron a por el 2-2 que los clasificaba, sin éxito. Y con esa angustia inimaginable, la Selección ganó por única vez en el Mundial y pasó. Ese bajísimo nivel no era porque sí, había mar de fondo. Y no sería en vano con los duros traspiés como ante Países Bajos 0-4 en la ronda siguiente. Es que Argentina aún no era Argentina.
Diego Martín Yamus.
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