Obviamente que Alemania Federal, anfitriona del Mundial de 1974, era gran candidato para repetir su título de 20 años antes. Pero a pesar de triunfos en la fase de arranque y ante Yugoslavia en la segunda, los de Helmut Schön no lograban enamorar a su fervorosa gente. Para eso aquella noche de lluvia del 30 de junio en Düsseldorf era justa para que eso pasara, porque si vencía a Suecia (revelación del torneo) estaba casi en la final.
Con Franz Beckenbauer y Gerd Müller como sus grandes líderes, el local salió a por ello desde el vamos. No contaba con que los nórdicos le harían la vida muy difícil. Tanto que a los 24 minutos el delantero Edstrom abrió el marcador con gran zurdazo. Alemania no se quedó y tras hacer figura al gran arquero Hellstrom, en el reinicio Overath y Bonhof dieron vuelta el asunto en dos minutos. Sólo para que 120 segundos después Sandberg volviera a igualar a dos, lo que complicaba el pase germano a la final. Encima, los amarillos iban por la hazaña cada tanto con peligro.
Hasta que, en el 79, el sustituto Jürgen Grabowski, clave cada vez que entró, desniveló a 3 a 2. Y faltando un minuto, un penal del defensor Uli Hoeness marcó el definitivo y espectacular 4-2. Alemania se enamoró de su selección, que luego batió a Polonia y a Países Bajos para ser de nuevo campeona del mundo. La fuerza germana todo lo pudo ese 1974.
Diego Martín Yamus.
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