Indudablemente Alemania Federal, subcampeona vigente en 1970, llegaba como candidato a ganar su entonces primer título en México. Pero quién se le entrometió en su vida ese cuarto de final: Inglaterra, sí, su turbio vencedor en la final cuatro años antes.
Y aquel 14 de junio en el Campo Nuevo de León, los de Alf Ramsey eran favoritos a pesar de que ambos habían ganado sus tres encuentros de fase. Pero un hecho fortuito cambió el destino de la jornada. El gran arquero Gordon Banks se indispuso tras beber cerveza minutos previos, y debió ser reemplazado por Peter Bonetti, un veterano, pero claro, sin calor de competencia. Y Bonetti sería responsable del resultado final.
Sin embargo, bajo el excelente arbitraje del argentino Ángel Coerezza, los británicos dominaron y en 50 minutos Mullery y Peters lo colocaron 2 a 0 arriba. Pero quién conoce a una Alemania rendida. Su técnico Helmut Schön reemplazó al central Fichtel por el experto Schulz y al puntero Libuda por el corredor Jürgen Grabowski. Y a los 68 minutos, el Kaiser Franz Beckenbauer remató suave y la pelota superó la tardía estirada de Bonetti para descontar.
Alemania tomó coraje y fue a por el empate y alargue. Los ingleses, superiores hasta allí, decidieron erróneamente defender el triunfo y colocaron al defensor suplente Hunter por Peters. Les costó tan caro como que el 2-2 llegó: a los 81, otra gloria, Uwe Seeler, cabeceó con la nuca y agarró a Bonetti a mitad de camino, remontando una vez más y gritando quien es Alemania.
Y en el tiempo suplementario, a los 108, Grabowski desbordó y centró, el puntero Lohr bajó el balón de cabeza y ante la pasiva mirada de Bonetti, el tremendo Gerd Müller hizo una chilena fenomenal y marcó el 3-2 final. Otra vez los alemanes daban lección de cómo no subestimarlos. Inglaterra se iba por la puerta de servicio, cuando tenía ilusiones de repetir aquel alegrón de 1966.
Diego Martín Yamus.
diegoanita@hotmail.com.ar