Después de sus dos títulos, Brasil llegó al Mundial de Inglaterra en 1966 con la idea del primer tricampeonato. Con Pelé y Garrincha en su plenitud más el regreso técnico de Vicente Feola, tenía grandes chances de hacerlo, más allá de caer sorteado en el durísimo Grupo 3 con los fuertes Portugal y Hungría y el incómodo Bulgaria. Pero no contaban con otro rival invisible, los arbitrajes favorecedores de los europeos que producirían turbios episodios a lo largo de la Copa.
Ya sucedió en el debut de la verdeamarilla, el 12 de julio en Liverpool ante los búlgaros, abanderados de un juego rudo para compensar su mediocridad futbolística. Más allá del triunfo 2 a 0 con goles de Pelé y Garrincha, el astro fue golpeado por sus rivales, pero no hubo sanción alguna. El 15 se enfrentó a Hungría quien lo superó 3 a 1 claramente y lo puso en obligación de vencer a Portugal para seguir en carrera.
Y más allá de que Feola hizo equivocadamente un montón de cambios en la alineación, ese 19 de julio Brasil y Pelé fueron otra vez perjudicados. Fue el defensor Morais que con una dura entrada prácticamente lo sacó al diez del campo. Eso no quita que el venido a menos once brasileño fue superado con pasmosa facilidad por los de Eusebio 3 a 1. Pero la vista gorda del árbitro inglés McCabe fue la que ayudó a sacar nada menos que al Brasil de Pelé. Y lo más triste: no sería el único hecho turbio contra los sudamericanos en ese Mundial 66.
Diego Martín Yamus
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