La absurda Segunda Guerra Mundial obligó a la Copa del Mundo a interrumpir su naciente vida por 12 años. Brasil fue el lugar de su renacimiento en 1950. Y salvo Argentina y sus broncas y demás cuestiones internas, estaban varios equipos fuertes. Aparte del local y su nuevo estadio Maracaná, retornaban Uruguay, España e Italia y aparecía Inglaterra, que desde que cofundara la FIFA había permanecido aislado creyéndose mejor porque sí, autoapodándose “los maestros” sin haberlo probado.
Los ingleses igual contaban con cracks como el gran puntero Stanley Matthews y Alf Ramsey, luego técnico campeón en 1966. Tras batir a Chile en su debut en el Grupo 2, el 29 de junio enfrentaban a Estados Unidos, que regresaba pero no era ni por asomo la potencia de los años 30, a pesar de que en su estreno tuvo a España al borde de la derrota.
El escenario era el estadio Mineirao de Belo Horizonte, que sería 64 años después otra vez inolvidable por el desastre de Brasil 1-7 con Alemania. Pero esa tarde nadie sospechaba lo que ocurriría. Como que el entrenador de los norteamericanos, el escocés Bill Jeffrey, les permitió salir hasta altas horas de la madrugada, descontando que perderían por goleada estrepitosa.
Sin embargo, los hechos fueron distintos. Es cierto que Inglaterra dominó claramente y tuvo varias chances de gol que no supo concretar. Pero además su destino esa vez era otro. Porque en la única llegada estadunidense, a los 37 minutos, un centro desde la izquierda dio en la cabeza del delantero Gaetjens y fue a la red de Williams. Y en todo el segundo tiempo los británicos no lograron el empate a pesar de atacar asiduamente.
Y fue nomás 1 a 0 de ese tal Estados Unidos, que dio el golpe a esos “Maestros” que veían tirada a la basura su fanfarronería. Pero tal era la incredulidad que las recordadas máquinas teletipo pedían confirmación del resultado. Mucho no les sirvió a los de Walter Winterbottom el baño de humildad de esa caída: volvieron a perder con los españoles y se fueron por la puerta de atrás cuando soñaban ser eso, los maestros del Mundial.
Diego Martín Yamus
diegoanita@hotmail.com.ar