Que el fútbol en Argentina es caótico, desordenado, a veces rozando la vergüenza, ya es un lamentable clásico. Este año se volvió a la locura de 30 clubes en la Liga Profesional, la primera división que tiene ese nombre sólo de fantasía. Pero si alguien no se conforma con estas tres decenas de equipos, debe saber que en total entre 2024 y 2025 en todas las categorías desfilaron un puñado de 513.
Y eso que se había reestructurado las últimas dos de los directamente afiliados, Primera C y Primera D, al juntarlas en una sola. Pero eso derivó igualmente en otra disparatada cantidad. A los 30 de Primera se suman 36 de la Primera Nacional, 22 de la Primera B Metropolitana y 27 de la actual C. Pero también contemos al vastísimo interior que juega el tantas veces renombrado Torneo Federal, que el año pasado integró 88 conjuntos, y su categoría inferior, el monstruoso Regional Amateur con 352. Como si fueran pocos, se fundó la Promocional Amateur con 14.
Lo peor, sin embargo, no es sólo la exorbitante cantidad, sino la pésima organización de los campeonatos, que tienen cada uno su propio sistema de disputa y generan rarezas como anulación de descensos o cambios de última. El Regional de 352 sólo premió a cuatro a subir al Federal A, que a su vez otorgó una sola a la Primera Nacional. Una Nacional que en 2023 dio vergüenza con la supresión del tercer descenso. Desatinos, ilógicos, nada risueñas cuestiones del cuestionable fútbol de un país campeón del mundo.
Diego Martín Yamus.