Es tan cruel como increíble, pero real. Había sólo un descenso para 30 equipos, sí, un descenso sobre 30 chances. Si con esa generosa posibilidad de este loco fútbol argentino un club desciende, es indudablemente porque hizo las cosas muy mal, no por un gol sobre la hora del adversario de turno.
El perjudicado fue Argentinos Juniors, que por más subas y bajas que tuvo en los últimos 20 años, sigue y seguirá siendo un club de Primera y, por qué no, un grande de Argentina. Pero no se puede remediar en una tarde un panorama desastroso de años. No hay Caruso Lombardi que te pueda resucitar cuando se hace todo para morir, siempre hablando en términos deportivos. Entre sus internas, sus malgastos, malos manejos institucionales y futbolísticos, el popular club del barrio porteño de La Paternal ocupará en los próximos 12 meses un lugar como la B Nacional que, aunque ya lo transitó, no es el suyo natural. Qué pensarían los hinchas del bicho si vieran a Maradona,Cáceres, Redondo, Gancedo, Cambiasso, Batista, Pena, Sorín, Borghi, Castro, Pasculli, Riquelme en una segunda división, que más allá de federal y competitiva no deja de ser una segunda división, con los perjuicios deportivos y económicos que representa.
El triunfo de ayer en Rafaela, aquel sobre Boca, la remontada desesperada de las últimas fechas, el posible desempate con Sarmiento no deben tapar el bosque de un largo y bacheado camino de las anteriores temporadas. Se puede bajar de categoría por ser menos en la cancha que los rivales, cosa que este Argentinos 2015/2016 lo era. Pero si a eso se le agrega una profunda crisis como la que envuelve a la institución (no es la primera vez) es demasiado.
Un nombre pesado cae y hace demasiado ruido, toda una historia que no se ancla sólo en la dinastía Maradona, sino en una rica e intensa historia de 112 años. El semillero del mundo, bautizado así por la cantidad y calidad de su cantera, su estadio tan abandonado y ahora recuperado, con el nombre del ídolo, un juego de sello vistoso inconfundible, jugadores que pasaron de una canchita de La Paternal y alrededores a viajar por Italia, españa, Mundiales y demás. Argentinos Juniors es más que un nombre compuesto, es un auténtico nombre y apellido de la pelota, como que fue el vientre del Diego, que a la distancia en Dubai lo debe sentir, tanto como cuando aquel 1981 del Boca campeón deseaba públicamente que “se salve Argentinos Juniors”. Esa es la idiosincrasia de un grande, que ahora no estará entre los de élite. Pero su historia es tan grande que, seguramente, no faltará ocasión para volver a verlo sobre el pasto de Primera. No es un adiós, es sólo un hasta luego. Eso sí, hay que hacer las cosas bien, no depender de lo ajeno. Argentinos debe reaprender la lección y dar el examen para regresar a su casa, la Primera.
Diego Martín Yamus.
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