São Paulo, Brasil. En una nueva demostración de que el talento sin cerebro es solo una anécdota, el delantero del Corinthians, Yuri Alberto, se aseguró un lugar en los anales del Ridículo Brasileño este 28 de septiembre. Su jugada maestra: un «panenka» ejecutado con la fuerza de un estornudo en la derrota 1-2 ante el Flamengo.
El minuto 14 del primer tiempo quedará grabado a fuego no por la genialidad, sino por la soberbia. Con la oportunidad de poner a su equipo en ventaja desde los 11 metros, Yuri Alberto decidió que ganar era secundario y que la verdadera meta era volverse viral. Frente al arquero rival, Agustín Rossi, el atacante optó por el camino de la exquisitez barata.
Rossi Ataja Casi Sentado: El Épico Fracaso
Lo que siguió fue un intento de panenka tan flojo y tan central que el arquero Rossi tuvo el tiempo suficiente para tomar una taza de café, reflexionar sobre su vida y atajar el balón con la dignidad de quien recoge una flor del césped. La descripción de la jugada es implacable: Rossi detuvo el disparo «casi sentado». Sí, sentado. Un verdadero homenaje a la falta de fuerza y al exceso de ego.
El fracaso fue tan rotundo que el penal fallido, más allá de ser un error táctico, fue una humillación estética.
El Gol de la Redención y la Viralidad de la Vergüenza
Aunque Yuri Alberto se «redimió» más tarde marcando el primer gol del Corinthians (el que no sirvió para ganar), la memoria colectiva ya había sentenciado el partido. Su fallido Panenka se convirtió instantáneamente en la moneda de cambio en las redes sociales.
La opinión pública se ha partido entre los que piden su cabeza por la «falta de seriedad» en un momento clave y los que simplemente se ríen de la estupidez de arriesgar tanto por tan poco. La jugada ya es un meme con más vida que el propio atacante en los próximos días.
El incidente no solo costó tres puntos vitales, sino que también ha añadido una presión innecesaria sobre un jugador que ya arrastraba expectativas insatisfechas. Sin dudas, la lección es clara: en el fútbol, a veces es mejor ser un aburrido goleador que un payaso arrogante. El Corinthians perdió, pero Yuri Alberto ganó un enemigo para el resto de la temporada: su propia reputación.