Florianópolis, cuna de la ‘Superioridad Moral’ que no soporta un pobre de otro estado

El fútbol brasileño se ha vuelto a enfrentar al espejo, y lo que devolvió la imagen es un reflejo bastante feo, con un preocupante tono sepia que huele a siglo pasado. El último episodio de esta vergüenza nacional ocurrió en Florianópolis, donde una aficionada del Avaí, en un destello de supuesta superioridad moral y geográfica, decidió que era buen momento para hacer gala de una estupidez supina.

Durante el partido contra el Remo, los hinchas visitantes fueron obsequiados con una selecta colección de insultos que oscilaban entre el clasismo burdo y el racismo más rancio: «Mira tu color», y el muy elegante «Aquí no queda pobre», aderezado con descalificativos xenófobos sobre la procedencia de los aficionados del estado de Pará. La aficionada de Avaí no solo demostró una falta total de educación cívica, sino también una profunda ignorancia sobre la realidad demográfica y social del país que dice amar.

 

🇧🇷 Brasil, el Paraíso Legal contra el Racismo… en Papel

 

Y aquí es donde la acidez se vuelve necesaria. La respuesta institucional fue tan rápida como predecible, cumpliendo el Guion de Repudio Oficial (GRO) al pie de la letra:

  1. El club infractor (Avaí): Repudio enérgico, identificación inmediata de la infractora, suspensión «indefinida» (léase: hasta que el escándalo se calme) y «colaboración» con las autoridades.

  2. El club víctima (Remo): Comunicado «repugnante», exigencia de castigo ejemplar y reafirmación de los valores.

  3. La Federación Regional (FPF): Video institucional con rostro grave, apoyo incondicional y recordatorio de sus «programas educativos» (que, a juzgar por los resultados, deben ser muy poco efectivos).

Lo interesante no es el repudio, sino la larga y pomposa lista de leyes que se invocan cada vez que el racismo asoma la patita. Resulta que Brasil, el país del fútbol, es también un gigante de las leyes antirracismo que, curiosamente, no logran frenar el racismo en los estadios.

Tenemos la Ley N.º 14.532, que tipifica el racismo con penas de hasta 5 años sin fianza. Se está tramitando el «Programa Vini Jr.» (en honor a la víctima, no a la victoria), que permite la interrupción de partidos. La CBF tiene sanciones administrativas, multas, cierre de estadios, pérdida de puntos. ¡Hasta la FIFA nos insta a legislar!

La conclusión es devastadora: Brasil tiene la legislación más dura contra el racismo en el fútbol, pero también una de las realidades más persistentes de racismo impune.

 

🎭 La Tragicomedia de la Conciencia

 

Cada vez que un aficionado sufre un insulto, el circo se monta: la maquinaria legal se pone en marcha, los comunicados se publican, la aficionada es señalada y suspendida. Se nos recuerda que el racismo es un crimen «incompatible con los valores del deporte y la sociedad».

Pero, seamos honestos: ¿cuántos de estos casos terminan con la infractora cumpliendo una condena de 2 a 5 años de prisión efectiva? La suspensión «indefinida» de un club significa que la persona no podrá ir al estadio… hasta que se le olvide a la gente. La aficionada no perderá su trabajo, no tendrá antecedentes penales de peso, y la multa (si es que se aplica) será una bagatela.

El fútbol brasileño no tiene un problema de conciencia, tiene un problema de consecuencia. Las leyes están escritas con tinta indeleble, pero se aplican con gelatina. Los clubes, federaciones y autoridades parecen más interesados en parecer antirracistas que en serlo realmente.

La lección de Florianópolis es clara: mientras las palabras «racismo» y «xenofobia» sigan siendo solo un excelente pie de foto para un comunicado de prensa, y no un pase directo a la cárcel o una sanción deportiva que realmente duela, el fútbol brasileño seguirá siendo la tarima perfecta para que la ignorancia y el prejuicio sigan campando a sus anchas, insultando a la gente por su color y su código postal.