Mucho cambio, mucho anuncio, mucho maquillaje insoportable como siempre para esta FIFA, que está en el avance lento y perezoso al siglo XXI. Pero, a juzgar por la realidad, sigue en la misma con sus disposiciones. El tan mentado video, el cual la entidad hizo un esfuerzo sobrehumano para implementarlo cuando se caía de maduro su aplicación, es visiblemente limitado y superficial. Presentado al comienzo de este 2016, es tan sólo experimental y para el famoso caso del no gol, de si la pelota entra toda o no. Tarde, pero seguro, al menos algo es algo. Claro que los ingleses se siguen quejando del tanto de Frank Lampard en el Mundial 2010 ante Alemania, o el español Michel con su tiro del 86 ante Brasil.
Todo muy bien. Ahora, el video se queda sólo en eso, en lugar de (como se hace perfectamente en otros deportes) ser usado para cualquier incidencia del partido, no sólo que tenga que ver con el juego mismo, sino para la disciplina. Cuántos problemas se ahorrarían el árbitro y sus asistentes, a veces inasistentes ya que no gravitan, si el video fuera de aplicación integral. Pero bueno, la FIFA sigue maquillándose. Y el maquillaje embellece, pero también tapa el fondo. Para qué´tanto video, tantos árbitros si se le da un penal increíble a Colombia contra Estados Unidos por mano casual del lateral Yedlin. O, peor todavía, si pasa lo de anoche, el gol en contra del arquero brasileño Alisson que el chileno Bascuñán y su línea Astroza no convalidaron, alegando que la pelota había salido cuando el ecuatoriano Bolaños había tirado. Como dijo un comentarista en Radio La Red de Buenos Aires, “mucha tecnología pero te siguen choreando”. Es lógico, si en Zurich están más preocupados por el color de la ropa interior de los futbolistas que por darle a los jueces y al espectáculo mejor nivel.
Diego Martín Yamus
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