El empate agónico con Brasil despertó la chance, casi dormida, de la clasificación mundialista para Argentina Sub 20. En ese momento, mientras varios periodistas radiales y televisivos ya estaban haciendo cuentas sobre el futuro de Claudio Ubeda y su cuerpo técnico, Tribunero.com se animó a pensar en una hazaña que los chicos, sólo ellos, los “rehenes del caos” como los llamamos, podían lograr. Y los chicos lo lograron: aunque con ayuda ajena por el 0-0 de Brasil ante Colombia, están entre los cuatro de la CONMEBOL en Corea del Sur.
Y como resaltamos el miércoles y hoy, este milagro, otra palabra no cabe, es fruto de la siembra de los jugadores. Contra todo pronóstico, después del desastre organizativo previo, los veinteañeros ofrecieron un amor propio increíble, extraordinario, y despejaron las nubes negras que hay hace años en los juveniles, dando un poco de aire fresco a tanta malaria en nuestro fútbol. No por eso, obviamente, vamos a olvidar y tapar todo lo sucedido antes del Sudamericano. Y también lo no sucedido: 44 proyectos de entrenador para un banco sin conducción desde hace meses, cuatro proyectos elegidos y, a la hora de escoger, todo a la basura y el nombramiento de Ubeda, sin experiencia ni como técnico ni, menos, en jóvenes. La AFA, acéfala, llena de gente pero vacía de conducción e ideas, peleó por otras cosas no más importantes que ocuparse de la selección juvenil, que es (recordemos) la que más títulos le dio al fútbol nacional, seis mundiales y cinco regionales. Poco trabajo, armado del plantel como se pudo, entrenamientos y a Ecuador a ver qué salía. Y salió, después de tantas piedras, la clasificación.
Pero los que más se lo merecen, sin duda, son los chicos, que con su garra, su entrega infinita, su actitud, esa que a la mayor le falta a veces, remontaron varios partidos. Tres empates agónicos en la primera fase, ese gol de Lautaro Martínez a los 90 con Perú, el autogol de Rogel para el 3-3 con Uruguay y el más relevante, el cabezazo de Lautaro (junto a Mansilla y Ascacíbar los más regulares) para el 2-2 a Brasil. Y no olvidemos el tanto de última del delantero de Racing ante Colombia para un 2-1 tan clave como la proeza ante los braisileños. Y a pesar de sus goleadas en contra, sus muchos goles recibidos, su juego irregular, sus continuos cambios, ellos pusieron lo que hay que poner. Y eso, en el fútbol, muchas veces suple todo lo otro. Que hay que corregir urgente todo lo mal que se viene haciendo y no haciendo en los juveniles, seguro. Pero ellos, los pibes, cargaron con el peso de la culpa de arriba. Y lo bien que lo hicieron, con un pasaje merecidísimo al Mundial. Por eso, las felicitaciones son dobles para ellos.
Diego Martín Yamus.
diegoanita@hotmail.com.ar
@lostribuneros