No necesariamente un subcampeón es un perdedor. Contrariamente a esa locura en que vive el fútbol, el segundo puede recibir su felicitación, más allá, claro, de su tristeza por la derrota. Es el caso, sin duda, de este revelador equipo de Chile, vicecampeón de esta Copa Confederaciones de Rusia tras caer 0-1 con Alemania, nada menos que el campeón del mundo y mejor del universo hoy por hoy.
No todos los días se ganan dos títulos continentales (Copa América) en dos años seguidos, fuera de su patria, y encima sobre el gigante Argentina con Lionel Messi y todo. Chile no había obtenido logros de envergadura hasta 2015 y la epopeya de los de Jorge Sampaoli. Y luego, la de 2016 con este gran Juan Antonio Pizzi. Chile no había vencido a grandes rivales en los Mundiales, hasta que bajó a un tal España ganador de todo y con la base del poderoso Barcelona, con aquel 2-0 y baile. Y decir que el tiro de Alexis Sánchez ante Brasil dio en el travesaño y el local ganó por penales, que si no la roja pasaba a cuartos de final. Ahora eliminó a Portugal, le plantó cara dos veces a Alemania y lo puso en jaque en la finalísima hasta el último instante.
En suma, Chile logró un montón de éxitos cuando en su historia sólo era un pequeño animador de Sudamérica. Lo que consiguió en poco tiempo y con entrenadores distintos es la envidia de los demás grandes de la CONMEBOL. Cómo quisieran Argentina, Brasil, el gran Uruguay, por qué no Colombia, tener esta buena racha del combinado chileno. Un combinado que hace rato está entre los mejores del fútbol mundial. Entonces, cómo no valorar un segundo puesto. Y cómo no felicitarlo. Bravo, subcampeón.
Diego Martín Yamus.
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