El Mundial de Brasil fue la competición del «lo atamo con alambre lo atamo», ya que no sólo no llegaron con las obras habiendo tiempo y presupuesto, sino que terminaron «maquillando» los estadios para que la prensa pueda trabajar y que se puedan tomar imágenes de la «fachada».
Llegamos a Brasil, primero hicimos una parada «técnica» en San Pablo y luego encaramos para Curitiba dónde nos esperaba el cuartel general. Nuestro colaborador Paulo Ricardo nos llevó al estadio del Atlético Paranaense para que veamos por nosotros mismos que, a cuatro días del puntapié inicial, faltaba de todo.
El presidente del Atlético, Celso Petraglia, estuvo y está investigado por desviar el dinero que le fue otorgado para la obra. Es que el equipo no tenía que construir el todo estadio, sino que necesitaba de una tribuna que le faltaba, y hacer unos retoques según a los requerimientos de la FIFA.
Luego, durante la competición un grupo de apenas 50 agitadores «anti-Copa», junto a delincuentes comunes salieron a romper todo en torno a la «Arena» y aprovecharon para robar y saquear.
Para peor, el 7-1 arruinó el clima mundialista y a la competición le sobraron 2 partidos: el tercer puesto y la final.
@lostribuneros