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Salvatore Schillaci, delantero que saltó del anonimato a la fama en el Mundial de Italia con su selección, falleció este miércoles 18 de septiembre por la madrugada en su ciudad natal Palermo, a los 59 años, tras luchar dos con una grave enfermedad.
El “héroe de las noches mágicas”, como la mayoría lo recuerda, había comenzado a jugar nen el Messina del ascenso italiano en 1983, y era un absoluto desconocido hasta que la Juventus lo fichó en 1989. Y aunque el técnico de la azzurra, Azeglio Vicini, lo incluyó en el plantel de 1990, seguía siendo anónimo hasta bien entrado el partido debut con Austria. A los 75 minutos, Vicini resolvió jugársela por él y lo mandó al campo por el más afamado Andrea Carnevale, y “Totó” respondió sólo tres después con un cabezazo que significó el 1-0 final. De ahí en más, salvo en el siguiente ante Estados Unidos, jugó siempre de titular y dejó un gol en cada encuentro: Checoslovaquia, Uruguay, Irlanda y en la semifinal ante Argentina, y cerró con un penal ante Inglaterra su racha de seis goles que no sólo le dio ser el máximo realizador sino el mejor futbolista.
Tras ese rato de plena luz, Schillaci volvió a la oscuridad, a pesar de que en 1992 pasó al Inter. Al no rendir lo esperado, fue hacia la surgiente liga de Japón y al Júbilo Iwata, donde se retiró en 1999. Es cierto, fue hombre de un verano. Pero fue ese verano inolvidable que lo fijó en la memoria de todos.
Diego Martín Yamus.
