Otro traspié, otra desilusión, otra vez la cara larga, la pena no sólo de una derrota numérica, no sólo esta verdadera humillación para un grandioso como Argentina en fútbol estar en el repechaje premundialista de Rusia 2018. El 0-1 de esta noche con Paraguay en Córdoba, donde no se había caído nunca en la historia, vuelve a poner sobre la mesa la mediocridad, la pobreza en la que la Selección blanca y celeste está envuelta desde hace muchos años. No enamora, no contagia, lo más doloroso, interesa poco, salvo cuando juega estos encuentros eliminatorios y encima pierde. Encima con rivales como este conjunto albirrojo, que venía golpeado tras perder en el minuto 90 en el Defensores del Chaco con Colombia, que ahora está más cerca que la nuestra de la Copa.
Pero lo peor es ver el nivel grupal e individual, aburridamente repetido, tan bajo de este conjunto. Y eso que Argentina disputó tres finales, una del mundo, en los últimos dos años. A las derrotas de esas finales se le suma ahora este golpe con Paraguay que lo afirma en el quinto puesto, que da derecho a un repechaje con el ganador de Oceanía, probablemente Nueva Zelanda. Pero lo más preocupante es volver a toparse con este puñado de futbolistas que o no parecen sentir la camiseta o no les interesa. Porque cómo justificar el mal rendimiento, reiterativo, de Rojo, Di María, Agüero, Higuaín. Lo poco que producen otros. Que Romero y Mascherano sean figuras en un equipo que supuestamente tiene un poderío ofensivo enorme. Que Demichelis, con 35 años y una vida hecha, sea el central para un compromiso de este nivel, en lugar de citar a Insaurralde, Maidana (que estuvo en el banco), Víctor Cuesta que jugó los Juegos Olímpicos, por decir casos. Qué pasa con Edgardo Bauza, un técnico muy laureado que no muestra con claridad cuál es su estrategia, qué quiere del equipo, con qué jugadores hacerlo. Pone, saca, parece andar bagando en lamisma nebulosa de sus dirigidos.
A todo esto, y mientras Argentina está en el repechaje, Luis Suárez y Cavani se cansan de hacer goles y rendir como en Europa, Uruguay va a Colombia y casi gana, golea a Venezuela en el Centenario (cuando los nuestros no pudieron en Mérida), Brasil gana varios partidos sin goles en contra y con autoridad, Neymar brilla como en el Barcelona, Gabriel Jesús brilla como en Inglaterra. Ahora resulta que hasta Paraguay y Chile, caídos hasta unas horas atrás, también están a la expectativa.
Mientras tanto, Agüero patea un penal de empate flojamente, Higuaín no convierte como lo hace en Italia, Di María no rinde, el técnico sigue eligiendo estos jugadores caprichosamente, como pasó con anteriores, o convocando algunos que luego ni utiliza. Encima Messi no está. Entonces, la gente deja el estadio a pocos minutos del cierre, se va masticando bronca, compra el diario o lee Tribunero.com con las mismas malas noticias. Hay que cambiar, no sólo nombres sino mentalidad, qué sucede hace muchos años con una Selección que despega y vuelve a quedarse.
Anoche, Maximiliano, un caracterizado hincha allegado a nuestra redacción, protestaba con nostalgia: “Antes teníamos jugadores que se mataban, loco, Kempes del 78, los del 86, Maradona, Batistuta, hoy están éstos…” y un par de palabras irreproducibles. Los hinchas no aguantan más, la prensa no gusta de este panorama. Un panorama que no se aguanta más. Y como todo lo que no se aguanta más, es hora de que cambie. Porque si no, Argentina, sí, Argentina, está para el real papelón.
Diego Martín Yamus.
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