Por Marcelinho
Es cierto que se le ganó al campeón de Asia, cosa que, sin la intención de menospreciar a nadie, no es nada del otro mundo. Se trata de un fútbol en desarrollo. Están muchos escalones por debajo nuestro, y cuando digo nuestro, me refiero al fútbol sudamericano.
Argentina el domingo jugó un partido seis puntos. Hicieron agua por todos lados cuando los qataríes pisaron el acelerador. La defensa se comportó torpemente cuando le entraron en velocidad por las bandas y en el juego aéreo les costó.
En el ataque eran paredes entre Messi y el «Kun», pero se trató de un juego centralizado, sin poder influir por las bandas. Además, la «Pulga» jugó muy suelto, entonces tuvo espacios para tirar pelotas y para poder armar sociedades, como también las hizo en su momento con Lautaro Martínez.
Juan Foyth estuvo caminando por la cornisa. Salió a destiempo, cortó el juego y ligó una amarilla que lo condicionó. Tagliafico quedaba solo cada vez que le llegaban porque Lo Celso no lograba colaborar con Paredes, mientras que De Paul mejoró en el complemento.
Pero, la cuestión es cuando tenés a un rival cerrado. De esos que no te dejan mover la pelota por la cancha. Que te ponen tapones para que tus laterales no se sumen y que te cortan las asociaciones.
A los futbolistas de Qatar solo les faltó sacarse una selfie con los jugadores de Argentina dentro del campo. Los respetaron demasiado e hicieron muy poco.
Esto no es un baño de mala onda para los muchachos de Lionel Scaloni, ni mucho menos, sino que es una reseña para no vivir engañados.
Es cierto que las primeras rondas siempre son bravísimas. Más que se trata de un entrenador bisoño.
La hora de la verdad será ante Venezuela por cuartos. Pero la onda es ir con perfil bajo, sin esa vieja arrogancia de «somo lo mejore».
@lostribuneros