Un «arrepentido» confesó que hay empresas argentinas involucradas al caso de corrupción de la FIFA. Se tratan de compañías ligadas a la mercadotecnia.
La Concacaf y varias federaciones de fútbol de su jurisdicción están más complicadas aún, luego que el empresario colombiano Miguel Trujillo se autoincrimine en caso de sobornos, ante un juez de Nueva York.
Si bien no dio nombres, Trujillo se consideró «culpable» de maniobras para sobornar y acordar de manera ilícita los derechos de comercialización de torneos, partidos de eliminatorias para mundiales y encuentros amistosos.
Reconoció su culpabilidad en cuatro cargos, entre ellos lavado de dinero, siendo detenido y puesto bajo arresto domiciliario con una fianza de 1,5 millones de dólares.
El colombiano admitió que entre 2011 y 2015 fue nexo entre dos compañías de marketing deportivo de Argentina y la Concacaf para sobornar a dirigentes de esa organización y así obtener los derechos de la Copa de Oro.
Confesó que hizo viajes a Buenos Aires y Uruguay para allí realizar las negociaciones y entregar como pago cuantiosas sumas de dinero a tres directivos de la Concacaf, sin dar nombres.
«Los argentinos pagaron estos sobornos a los dirigentes transfiriendo fondos desde una cuenta bancaria que controlaban en Suiza a una cuenta bancaria en Panamá de una compañía que controlaba yo», declaró.
Alejandro Burzaco, Hugo y Mariano Jinkins, padre e hijo, estaban al frente de las compañías Torneos y Full Play. Los tres están procesados en el FIFA Gate. Burzaco fue extraditado y se declaró culpable en 2015. Aceptó que le incauten 21 millones de dólares, mientras que los Jinkins están en prisión domiciliaria.
Fuente: Redacción/AFP
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