Guapo y frontal como en la cancha el atacante del Barcelona, uno de los mejores del mundo, sin pelos en la lengua dijo lo que siente: «Nunca voy a ir a una gala de FIFA».
Tras el ensañamiento de una FIFA, que terminó salpicada por la corrupción y que acabó con la remoción y cárcel de varios directivos, y que le valió una condena brutal rayana a la pena de muerte, por decirlo de manera exagerada, «el Luisito» se plantó y manifestó que si algún día es invitado por el ente con sede en Zurich, los rechazará.
Luis Suárez no sólo fue suspendido para jugar por su selección, sino que a nivel de clubes, y lo más insólito: tenía prohibido entrar a un estadio de fútbol y entrenamientos. No fue a la cárcel porque seguramente no les dieron la idea. Ese hecho se produjo en 2014, cuando Uruguay jugó contra Italia y el atacante, en un momento tenso del juego, mordió en la espalda al defensor azzurro Giorgio Chiellini, quien no paraba de provocarlo verbalmente.
«Imaginen el dolor», narraba Suárez a Radio Cero de España, cuando contaba que su mujer e hija ya estaban prestas para viajar en avión hacia Río de Janeiro para ver el juego válido por octavos de final por el Mundial. «Se me trató mal», lamentó y siguió: «A uno se lo puede sancionar pero de ahí a no poder asistir a un entrenamiento de un sobrino»…
El hecho fue tan impactante en su momento que varios portales de noticias y sitios de fans del mundo repudiaron la actitud de la FIFA, quien se ensañó con el atacante oriental.
Suárez fue tratado como si hubiese asesinado a un adversario, o como si hubiese dejado inválido a Chiellini. Hasta los abogados de la FIFA lo humillaron. «Soy un ser humano, deben ponerse en la piel de uno», manifestó.
@lostribuneros