Por los años 20 y 30, Europa se debatía entre varios imperios y el fútbol. Paralelamente a lo que pasaba en la agitada política, selecciones como Austria, Checoslovaquia o Hungría maravillaban, con jugadores de tal talento que eran reales cracks. Uno de ellos fue el austríaco Matthias Sindelar, que brilló plenamente hasta que la locura y la ideología acabaron con su vida.
Sindelar, nacido en 1903 en Viena, por entonces capital del imperio austrohúngaro, comenzó a jugar oficialmente alrededor de los 16 años en el Austria Viena, uno de los hisstóricos del país alpino. Su habilidad extraordinaria y al mismo tiempo su capacidad de gol le valieron el apodo de «Mozart», como el famosísimo músico, por la elegancia de su juego. También era llamado «El Hombre de Papel», por su altura y delgadez. Debutó en 1926 con la selección haciéndole un gol a Checoslovaquia en el 2-1 amistoso, y a partir de allí se cansó de marcarles a las principales potencias europeas, con goleadas incluidas. Era la época del «Wunderteam», que significa «equipo maravilla».
Entre esas goleadas hubo dos a Alemania, incluso con triplete de Sindelar. Dato no menor, ya que Alemania marcaría el destino del centrodelantero. Por supuesto, su talento lo llevó a representar a Austria en el Mundial de 1934 en la Italia fascista, donde convirtió un gol en el dramático partido inicial ante Francia, resuelto en alargue, y disputó los compromisos ante Hungría en cuartos de final (2-1) y la semifinal con los locales, que claramente fueron favorecidos bajo la órbita del dictador Benito Mussolini para imponerse 1 a 0 y llegar a la final, que luego ganaron, mientras Austria, sin Sindelar, era cuarto perdiendo justamente con los alemanes.
El 12 de marzo de 1938, bajo las órdenes de Adolf Hitler, Alemania anexó a Austria a su territorio, episodio conocido como Anschluss. La anexión llegó hasta el fútbol, ya que los integrantes de la selección austríaca pasaron, como si fuera una transferencia de clubes, a la alemana que se preparaba para el Mundial de Francia. El gran técnico Seppl Herberger contaba con varios austríacos, pero no con Sindelar, que se negó a formar parte simulando lesiones. Menos de un mes después del Anschluss, el 3 de abril, Hitler organizó un partido entre ambas selecciones a manera de despedida de Austria como nación Independiente. El Wunderteam,ya no tal, ganó 2 a 0 con un gol de Sindelar y otro del defensor Karl Sesta. Tras este segundo, Sindelar se acercó al palco donde se encontraba Hitler y, en lugar de hacer el clásico saludo con el brazzo en alto, se puso a bailar como protesta al régimen. El «Führer» entró en cólera y ordenó la condena a muerte al futbolista, que debió vivir en el anonimato. Ya no pudo volver a jugar, ni trabajar, ni le fue permitido salir del nuevo territorio.
El 23 de enero de 1939, Sindelar fue encontrado muerto junto a su mujer Maria Castagnola en su casa, según se afirma por intoxicación de gas. Años más tarde, la autopsia del Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Viena probó la intoxicación, aunque otros hablan de un posible suicidio. Fue despedido en Viena con un funeral con honores de Estado, donde unas 40 000 personas asistieron a su adiós. Fue el triste final de un crack, un Maradona, un Pelé de la preguerra, que igual quedó en la memoria colectiva.
Diego Martín Yamus.
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