El «Negro» Enrique considera que no es nada fácil ser DT en Argentina

Héctor Enrique, el ex jugador que integró el Seleccionado argentino campeón del Mundo de México 1986, admitió que «en Argentina es difícil ser director técnico, porque pasas de jinete a caballo en dos segundos», en referencia a sus deseos de convertirse en entrenador.

«Ya estuve trabajando en el cuerpo técnico de Diego Maradona, cuando dirigimos a la Selección nacional en el Mundial de Sudáfrica 2010, y la verdad es que me gustaría dirigir por mi cuenta», señaló el ex volante derecho de Lanús, River y Deportivo Español.

«Por ahora espero que al Diego se le ocurra trabajar para poder acompañarlo si Dios quiere y si no veré si consigo algo para dirigir», expresó el «Negro» Enrique en diálogo con Télam.

«Sucede que en la Argentina es difícil ser técnico porque pasás de jinete a caballo en dos segundos, nadie tolera nada, nadie respeta nada», sostuvo el ex futbolista nacido en Burzaco, hace 54 años.

«Como jugador de fútbol tengo una carrera muy prestigiosa y no quiero perder ese respeto que gané, cuando aquí hay muchos mal educados, lo que me hace pensar bien lo de trabajar en el fútbol más allá de tener muchísimas ganas», refirió Enrique.

«Considero que me sobra personalidad para dirigir a cualquier equipo, como el caso de (Marcelo) Gallardo, que en River había muchos que no creían en sus condiciones y lo hizo muy bien, ganando varios títulos, y otro ejemplo es (Eduardo) Coudet, quien demostró que sabe y mucho, y que hizo jugar muy bien a Rosario Central», comentó el ex mediocampista.

«Al margen que el ‘Chacho’ no ganó finales, jugó finales, algo que no es fácil. Daba gusto ver a Central porque era un equipo que intentaba jugar por abajo, que presionaba mucho y atacaba, lo que más me gusta como idea de juego, y por eso fue que en la final con River por la Copa Argentina hubo tantos goles», agregó.

El encuentro con el futbolista que ganara dos títulos nacionales y tres internacionales con River Plate, y el campeonato del mundo de México ’86 con la Selección nacional, no pudo obviar referencias hacia aquella gesta deportiva de la que se cumplieron tres décadas el 29 de junio pasado.

«Muchos no confiaban en aquel plantel, que por méritos propios fue campeón mundial, para lo que unos adelantados como Carlos Bilardo y su cuerpo técnico formaron un gran equipo, con un (Diego Armando) Maradona brillante y compañeros que lo respaldaban», enfatizó el «Negro» Enrique.

«Se corría, se metía y se jugaba, por eso fuimos los mejores», sintetizó el mediocampista que aportaba quite, juego y dinámica en aquel equipo, al explicar las condiciones para alcanzar aquel título.

«Voy a contar algo que pocos saben sobre aquel segundo gol de Maradona a los ingleses, el que maravilló al mundo con su magia y por el que siempre digo que (José Luis) Cuciuffo fue inteligente en cederme la pelota y que yo fui el más inteligente de todos al pasársela a Diego, como diciéndole ‘y ahora arreglate vos’, ja ja ja…», ironizó, para seguir con lo que en verdad quería resaltar.

«Esa jugada a sus compañeros no nos sorprendió, porque en los entrenamientos lo sufríamos nosotros, en especial yo, porque arranqué de suplente y cuando practicábamos, enfrentando a los titulares, era quien debía marcar a Maradona y quien más lo sufría, porque era común que hiciera esa jugada en los entrenamientos», contó.

«Recuerdo que yo era quien llevaba la batuta para la joda en la concentración, porque éramos un grupo en el que la mayoría rondaba los 24 años, el más chico era el Bichi (Claudio) Borghi, con 22, y algo había que hacer para matar el tiempo», se sinceró y contó alguna de sus ‘travesuras’.

«Me acuerdo que el Checho (Sergio) Batista me prestó una máscara de gorila, que había llevado, y los asustaba a todos, me escondía, apagábamos las luces y aparecía para asustarlos en las habitaciones o cuando comíamos», relató.

«Nos comportábamos como chiquilines para distendernos, pero al entrar en la cancha éramos bien hombres que metíamos de lo lindo, para demostrar que no habíamos ido de vacaciones o de paseo, que el objetivo era lo que se consiguió, ser campeones del mundo», expresó Enrique con un dejo de emoción.

«Mi vida actual es muy tranquila, ocupándome de dos canchas de fútbol de césped sintético, una en Adrogué, llamada ‘La mano de Dios’, y otra en Burzaco, ‘¡Qué jugador!’, así denominadas en honor a Maradona, el más grande, del que no va haber otro igual», concluyó el «Negro» Enrique con el elogio para su amigo y compañero en aquel brillante Campeón del Mundo 1986.

Télam

@lostribuneros

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