River, edición “rompible”: Gallardo probó el modo “precavido” contra Palmeiras y el modo “experimento escolar” en Tucumán. Resultado: dos cachetazos y la Copa mirando desde el balcón cómo el Verdao calienta motores.
Manual rápido para romper un equipo en dos actos
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Acto I (Monumental): línea bajita, respeto sobrado y gol en contra de cortesía. Reacción tardía, como despertador sin batería.
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Acto II (Tucumán): rotación XXL. El plan: “descansar piernas”. El efecto: descansar puntos, invicto y autoestima.
Gallardo, alquimista de la semana
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Mezcló prudencia con miedo y le salió sopa.
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Cambió ritmo por “reserva de energía” y perdió identidad.
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En la pizarra: fórmulas. En la cancha: caligrafía temblorosa.
Mientras tanto en Brasil
Palmeiras no pide permiso ni perdón: golea a Fortaleza, compite en dos frentes y no conoce el botón “modo ahorro”. Abel pone titulares, repite hábitos y llega a la revancha con el cuchillo afilado y la servilleta puesta.
El laboratorio explota a los 5 minutos
La pelota parada rival es un despertador que suena todos los días a la misma hora. River lo escucha, lo apaga… y vuelve a dormirse. Spoiler: en San Pablo no hay siesta.
Instrucciones de emergencia (leer antes de arder)
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Presionar desde el minuto 0 o firmar la renuncia a la épica.
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Cuidar las áreas como si fueran reliquias: un error y chau Copa.
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Balón parado o muerte: marcar hombres, no fantasmas.
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Ritmo de titulares: media hora intensa > rotación de catálogo.
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Cambiar a tiempo: si el plan A es un bostezo, el B entra al 30’, no al 75’.
Veredicto con tinta corrosiva
Gallardo quiso ser ajedrecista zen y terminó armando un dominó: tocó una ficha en el Monumental, se le cayeron todas en Tucumán. La Libertadores sigue ahí, pero ahora exige algo que River no puede tercerizar: decidir con coraje. Si el Muñeco no vuelve a ser cirujano y deja de jugar al ceramista, la obra se quiebra en San Pablo y habrá que barrer los pedacitos.