Lionel Messi debería probar con la religión. Se clavó en los 499 tantos y parece estar maldito. Los arcos se le cerraron. Los arqueros se agigantaron y hasta los defensores se han convertido en grandes gladiadores.
La «Pulga» trató con el Real Madrid, rival accesible en los papeles dado el historial reciente partidos clásicos, las goleadas históricas marcadas, especialmente en el Bernabéu, pero el costarricense Keylor Navas les cerró el arco.
Vino la otra oportunidad en el San Mamés, sin embargo allí estaba su compatriota Gerónimo Rulli, hombre nacido futbolisticamente en Estudiantes de La Plata, quien se encargó de ponerle candado a su valla e impedir que el mejor futbolista del momento ponga, por fin, medio millar de goles.
Para peor, su equipo volvió a perder. Messi por las dudas debería apelar a algún limpiador espiritual para romper la «mufa».
@lostribuneros