El ego y la soberbia dejan expuesto al ídolo Zico; abandono del fútbol femenino

Mientras el fútbol femenino del Flamengo sobrevive entre canchas de tierra y promesas vacías, el máximo ídolo del club salió con los tapones de punta a defender sus negocios inmobiliarios antes que la dignidad de las pibas.


Zico, el intocable «Galinho», rompió el silencio tras el Jogo das Estrellas para cruzar feo a la periodista Renata Mendonça por sus informes sobre la infraestructura del fútbol femenino en el predio CFZ. Lejos de solidarizarse con las jugadoras que entrenan en condiciones de amateurismo, el 10 se puso el traje de abogado de su centro de entrenamiento para limpiar su imagen corporativa.

El escándalo arrancó cuando Mendonça, de TV Globo, desnudó la miseria: gimnasios de cuarta y vestuarios que parecen de una película de terror. El presidente del club, Luiz Eduardo «Bap» Baptista, no tuvo mejor idea que responder con insultos misóginos, desatando una guerra mediática que dejó al «Fla» parado en el siglo diecinueve.

«Esa mujer nunca pisó el CFZ, usó imágenes armadas para difamarnos», disparó Zico con un tono de patrón de estancia que no acepta que le miren los papeles. Para el ídolo, el problema no es que las pibas no tengan donde bañarse, sino que la crítica «perjudicó injustamente» a su escuelita Zico 10 y a su marca personal.

Zico insiste en que el campo es «maravilloso» y que él ofreció lo mejor que tenía, lavándose las manos sobre el presupuesto que el Flamengo decide retacear. «Nadie puede reclamar del campo», sentenció, ignorando olímpicamente que el fútbol profesional necesita algo más que un pasto bien cortado para no ser una parodia.

Mientras el plantel profesional de mujeres mantiene un silencio de radio por miedo a las represalias, las redes sociales prendieron fuego al ídolo por negar una realidad documentada. En los pasillos del club, el mensaje es claro: si vas a denunciar que el vestuario se cae a pedazos, fijate de no ensuciar el apellido del dueño de la pelota.


La cruda realidad del tablero

El Flamengo, a pesar de su presupuesto de gigante, sigue navegando en la mediocridad de la tabla del Brasileirão Femenino, lejos de los puestos de vanguardia que su historia exige. El próximo compromiso será una prueba de fuego para ver si las jugadoras pueden abstraerse del ninguneo dirigencial y la soberbia de sus ídolos.