Cierta vez un entrenador invadió la cancha para pedirle explicaciones al árbitro por qué el 16 pegaba como loco y nadie hacía nada.
-El 16 pega cuando nadie lo ve. Les tira el pelo a mis atacantes. Los escupe. Les dice ordinarieces. Es un sucio-
De ponto me acerqué al técnico rival para calmarlo. Fue peor porque me miraba como para pegarme
-Si es tan sucio el 16 por qué no le pegás una piña ¡qué, no te da!- lo provoqué.
-Mugriento, cínico, sucio- no paraba de repetirme.
El tipo se me vino encima y no paraba de gritar. No comprendía lo que pasaba. De pronto comencé a buscar al 16, ya que en fondo todos estábamos pegando y chicaneando de lo lindo. No lo encontraba.
-¿Qué número estoy usando?- le pregunté a un compañero
-El 16- dijo mientras se reía pícaramente.
Volví al centro del campo y me trencé con el técnico rival. Se armó una batalla campal y se suspendió el partido. Íbamos ganando 5-1. No pasó nada grave. Era un partido amistoso. En esa época te tomabas a golpes y luego ibas a tomar una cerveza. Todo quedaba en la cancha. Hoy en día esto no puede ni debe suceder. Fue hace 25 años.
@lostribuneros