¿Doble Vara en el Vestuario de Flick? La Ley del Barça, Rota a Medida

BARCELONA. La nueva era de Hansi Flick en el Barcelona prometía rigor alemán, un regreso a la disciplina innegociable. Sin embargo, en el vestuario azulgrana, la ‘ley’ parece ser tan maleable como la posición de algunos directivos. El club, que se desangra en críticas tras la derrota ante el PSG y la humillante goleada del Sevilla (4-1), se enfrenta ahora a un fuego interno mucho más dañino: la acusación de doble vara en la gestión de sus estrellas.

La polémica ha estallado con la misma virulencia que un latigazo de Lionel Messi en sus mejores años. La vara de medir de Flick, que supuestamente es innegociable —como demostró en septiembre—, se ha convertido en un instrumento selectivo.

El Caso Rashford: Rigor y Banquillo

El inglés Marcus Rashford, cedido al club tras frustrarse el fichaje de Luis Díaz, conoció el puño de hierro de Flick en carne propia. Un retraso mínimo a una reunión del equipo le costó la suplencia, enviando un mensaje claro: la puntualidad es un dogma. El director deportivo, Deco, puede estar «satisfecho con el progreso» del jugador (tres goles y cinco asistencias en diez apariciones), pero el técnico ya había dejado su sello: nadie, ni siquiera el atacante que llegó para ser diferencial, está por encima de la norma.

El Caso Yamal: Indulto y Susurro de la Directiva

Pero la disciplina, al parecer, tiene fecha de caducidad o, peor aún, un nombre. El joven prodigio Lamine Yamal habría incurrido en la misma falta grave de impuntualidad y, para asombro de un vestuario ya de por sí tenso, habría sido indultado. Las fuentes internas son corrosivas: la orden de hacer jugar a Yamal, pese a la falta, habría venido «de arriba». Es decir, el entrenador, ese baluarte de la autoridad, habría sido supeditado a los intereses de la directiva o, quizás, al marketing.

Aunque Yamal ha tenido problemas físicos, su rendimiento (dos goles y cuatro asistencias en cinco partidos) es incuestionable. Pero el debate no es deportivo; es de gestión y autoridad.

La «Mentira» de Flick y la Sospecha Crónica

Hansi Flick, acorralado por los susurros y la prensa, ha negado «rotundamente» los rumores, calificándolos de «mentira» y defendiendo a capa y espada que tiene el control absoluto de las decisiones deportivas. Una defensa que, viniendo de un club habituado al fuego cruzado y las filtraciones interesadas, suena más a un intento desesperado por tapar una grieta que a una verdad incontestable.

La realidad es que, mientras Rashford fue exhibido y castigado, Yamal fue protegido. Esta gestión desigual no solo mina la credibilidad de Flick ante sus propios jugadores, sino que dispara las alarmas sobre el verdadero poder del técnico. ¿Quién manda en el Barça: el entrenador que impone la ley, o la presión institucional que dicta qué estrellas deben brillar, incluso si rompen la norma?

El Barça, inmerso en una crisis deportiva que lo vio caer ante el campeón parisino y ser pisoteado por el Sevilla, necesita unidad. En lugar de eso, la polémica de la «doble vara» solo agrega más leña a la hoguera, confirmando la crítica generalizada: el club es un polvorín donde la gestión del vestuario se decide, sospechosamente, en función de quién genera más portadas o más camisetas vendidas.

Y mientras la directiva se toma su tiempo para decidir si ejerce la opción de compra por Rashford, el verdadero costo de este fiasco de autoridad ya se está pagando en la moral y el respeto interno. La disciplina alemana de Flick se ha roto, no por un gol en contra, sino por una sospecha de trato preferencial que apesta a política de club rancia.

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