Ya no es un nombre de tantos perdidos en el subcontinente sudamericano. El Club de Alto Rendimiento Especializado Independiente del Valle, para los hinchas Independiente del Valle de Ecuador, tiene nombre de peso en la historia. Se lo ganó en buena ley al haber llegado anoche a la final de la majestuosa Copa Libertadores, ésa de las grandes luces, las estrellas, las leyendas. Y no de cualquier forma, sino bajando a dos tales River Plate y Boca Juniors, éste ganándole los dos encuentros, el último ayer en la supuestamente invencible Bombonera.
Originario de la provincia de Pichincha, el “negriazul” fue fundado el 1 de marzo de 1958 y cambió de nombre en 1977 a Independiente José Terán, en honor a su fallecido creador. En 1995 ascendió a la segunda categoría regional y en 2006 cambió de nuevo a Independiente del Valle. Al año siguiente, en 2007, subió a la segunda categoría de Ecuador (tercera división) y, en 2009, a la Primera División, desde donde milita. Se coronó subcampeón en 2013 y fue tercero en 2015, pero hasta hoy nunca dio una vuelta olímpica. Una especie de Deportivo Mandiyú de Corrientes, que entre 1987 y 1988 fue de su liga a la Primera argentina.
Pero estos dos últimos años fueron los de su explosión. Y cuando los argentinos lo conocimos en persona. En la Copa de 2014, año en que modificó por tercera vez su nombre al actual, fue muy recordado por su espectacular 5-4 a Unión Española en Chile, que le permitió a San Lorenzo (que además goleó 3-0 a Botafogo) pasar in extremis de ronda, avanzando luego hasta su primer título sudamericano con Edgardo Bauza. Y en 2016, primero dejó en el camino en octavos a River con su 2-0 de local y un heroico 0-1 en el Monumental, donde el arquero paraguayo Librado Azcona tuvo la noche de su vida. Eliminó al duro Pumas de la UNAM de México por penales y anoche redondeó su epopeya con su doble triunfo ante Boca, el otro gigante argentino. Todos clubes con historia, campeonatos y dinero varias veces superiores a los suyos.
Así se da el lujo de arribar a la finalísima continental, la misma de Peñarol, Nacional de Montevideo, Boca, River, Independiente (de quien tomó sus primeros colores), Estudiantes, Flamengo, Santos, Cruzeiro, Sao Paulo, Olimpia. La misma también de otros dos ecuatorianos: Barcelona de Guayaquil en 1998, que cayó ante el Vasco da Gama, y Liga Deportiva Universitaria de Quito, que en 2008 y con Bauza derrotó al Fluminense en Brasil por penales y logró el primer éxito para Ecuador en el torneo. Lo notable es que Barcelona y Liga, sus antecesores del país en finales, tienen harto más recorrido que los rayados del Valle.
Párrafo aparte, y aunque nuestros lectores uruguayos lo conocen bien, es para el técnico Pablo Repetto. El montevideano de 42 años, que dejó como futbolista a los 26 por lesión, fue el conductor silencioso de este silencioso Independiente, a quien dotó de táctica, estrategia e inteligencia para ir superando los duros escollos. Repeto sabe de gloria, ya que en 2006 ascendió a Fénix a Primera de Uruguay, inició con Cerro en 2008/2009 la campaña que lo llevó a ganar la Liguilla 09 y viajar a la Copa 2010, y en 2010/2011 timoneó a Defensor Sporting hacia la obtención del Apertura y luego, la decisión del campeonato oriental, que perdió con el Nacional de Juan Ramón Carrasco. Ahora tendrá desde el miércoles que viene, frente al poderoso Nacional de Medellín, la ocasión de festejar otra vez y por primera con este histórico Independiente del Valle. Ese desconocido al que todos le preguntan qué hace en la final de la Libertadores.
Diego Martín Yamus
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