Argentina se consagró hace ya más de un año tricampeón mundial en Qatar 2022. La selección de Lionel Scaloni es fiel a su rica vida, candidata a ganar la próxima Copa América, con jugadores que brillan en las grandes ligas de Europa. Y, sin embargo, su marco doméstico es cuanto menos caótico, desde la organización (para llamarla de alguna manera) de sus campeonatos, no sólo el de la Primera División, bautizado como el de la Liga Profesional de Fútbol. Porque eso de hacer dos certámenes en un año a una sola rueda, con los ya molestos promedios del descenso, nada tiene que ver con la jerarquía de un país tan futbolero. Lo mismo en las categorías siguientes. Por decir uno de los tantos desórdenes locales.
Desde hace más de cinco décadas, cuando en 1967 se crearon los recordados Nacionales, no hay un sistema de competición claro y que se mantenga en el tiempo. Aquellos poco competitivos compartían año con el Metropolitano, y salvo excepciones siempre se imponían los clubes de Buenos Aires. Así los del rico interior pasaban desapercibidos. Pareció cambiar la cuestión para 1986, cuando la AFA creó la Primera Nacional y permitió a clubes de otras provincias acceder a Primera. Pero allí se varió a los campeonatos largos de calendario europeo, sólo porque un puñado de equipos disputaba amistosos en Europa. Y encima ya existían los promedios para definir los descensos, o para que en realidad grandes como San Lorenzo o Racing no bajaran a la antigua Primera B.
Nuevamente cambió todo en los inicios de los 90, con los rarísimos Torneo Apertura y Clausura, cuya primera ocasión derivó en la famosa final Boca-Newell’s Old Boys ganada por el rojinegro; luego, cada uno de estos minitorneos tuvo un ganador, que lo fue de una rueda. Después se le cambió el nombre a Inicial y Final, hasta que con la partida del presidente Julio Grondona en 2014 llegó el principio de más caos. El desafortunado certamen de 30 clubes, el Transición, luego de nuevo el largo, pero a una rueda, la Superliga, y ahora estos inventos donde como casi siempre no se sabe quién es campeón y quién o quiénes se van a por ejemplo la Primera Nacional.
Una de las vergüenzas del 2023 local se dio en la Primera Nacional, donde se suspendió el tercer descenso porque sí. Después de un kilométrico campeonato de 37 fechas a dos zonas, dos inéditos subieron a Primera, Independiente Rivadavia de Mendoza y el ex de la Primera D Deportivo Riestra. Fue para reemplazar a Arsenal y a Colón, que pidió se anulara su baja, pero no prosperó. Se han fusionado la C y la D (ex cuarta y quinta división) en una sola, la D jugó por nada este año. Todo esto sólo si tocamos la organización, porque los clubes siguen endeudados, con gente indeseable dentro de ellos, con sólo hinchas locales. Con violencia, con almas perdidas.
Y así sigue el fútbol argentino para 2024. El país tricampeón mundial no puede (no quiere) hacer las cosas en serio. Porque no hay que viajar a Europa para ver lo ideal. En Brasil hay cuatro divisiones, con todos contra todos, dos ruedas, el primero es campeón y los últimos de la tabla bajan. Pero si se prefiere seguir en la mediocridad, como hace más de cinco décadas, no hay mucho más que escribir.
Diego Martín YAMUS.
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