El astro del club «Merengue» tiene preocupadas a las autoridades de la institución debido a su extraño comportamiento y la merma en su rendimiento. Viaja todos los días 1.000 kilómetros para ver a su gran amigo marroquí.
Cristiano Ronaldo casi no levanta las piernas en los partidos y debe andar marcado goles gracias a penales que los árbitros le regalan, como sucedió el pasado fin de semana ante el Eibar.
La cuestión es que el crack viaja de lunes a jueves 1.000 kilómetros para pasar la tarde junto a su amigo, el luchador de Kick Boxing, Badr Hari, quien vive en Rabat.
El atacante portugués se compró un jet, cuyo costo fue de 19 millones de euros; termina sus entrenamientos y a las 15:00 vuela hasta Marruecos para llegar a las 17:00. Por la noche retorna a su casa en Madrid para dormir y concurrir a los entrenamientos.
Desde que el lusitano encaró esta profunda amistad con el deportista nacido en holanda, pero que reside, por razones familiares, en Rabat, ya no es el mismo.
CR7 vive cansado y no es lo puntilloso que era antes a la hora de entrenar, algo que tiene mortificada a la gente del Madrid. Tiempo atrás el jugador había bromeado con que se iba a casar con su amigo ¿saldrá del armario?
@lostribuneros