A principios de los años 90, un nuevo goleador asomaba con fuerza en el fútbol doméstico brasileño. Tulio Humberto Pereira da Costa se mostraba en el Botafogo con tal EFICACIA que mereció ser llamado por Mario Zagallo para la selección que jugaría la Copa América de 1995 en Uruguay. Sin saberlo, el entonces desconocido artillero sería protagonista de una novela de tres capítulos para la memoria.
Ya en el verano de 1994, Tulio había declarado públicamente que aspiraba a un lugar en el equipo que luego sería campeón mundial tras 24 años en Estados Unidos. La fama le vino un año después con la Copa, donde al ganar el Grupo B con triunfos sobre Ecuador, Perú y Colombia, partido en el que marcó un gol, llegó a los cuartos de final con Argentina, conducido por Daniel Passarella en su primer gran desafío.
Aquel 17 de julio en el Atilio Paiva Olivera de Rivera, la Selección se imponía con autoridad 2 a 1, hasta que faltando diez minutos, Tulio buscó conectar un centro del lateral Jorginho. Como no alcanzó, con su mano bajó la pelota y definió ante el arquero Rolando Cristante para el empate. El asistente boliviano Aliaga y el árbitro peruano Tejada miraron para otro lado, el gol valió, fueron al desempate por tiros desde el punto penal y Brasil ganó 4 a 2, con dos salvadas de Taffarel ante Diego Pablo Simeone y Néstor Fabbri, pasando a las semifinales, donde venció a Estados Unidos y llegó a la finalísima con Uruguay.
El gran momento para los locales era la soleada tarde del 23 de julio en el Centenario. Pero Tulio tuvo otro plan y a los 30 minutos, recibió pase de Edmundo al área y de pecho derrotó a Fernando Alvez para abrir el marcador. Sin embargo, Pablo Bengoechea igualó con espléndido tiro libre y nuevamente Brasil y Tulio fueron a los penales.
Y en la serie, el delantero del Botafogo, campeón de liga ese 95, remató y Álvez le atajó, marcando el momento clave en la definición, que más tarde Sergio Daniel Martínez culminó con su ejecución en gol y el título para Uruguay. Los celestes festejaron a lo grande, no solían disfrutar de tantas glorias modernas. En cambio, Tulio volvió a su patria, donde nunca más fue el que era. Pero ese julio del 95 su novela quedó grabada para siempre.
Diego Martín Yamus.
Diegoanita@hotmail.com.ar
@lostribuneros