Conmovedor mensaje de ‘Josema’ Giménez digno de admiración

El notable zaguero uruguayo José María Giménez tiene apenas 25 años de edad pero parece que tenga miles de años en la cancha. Juega en primera división desde los 17 años. Duró poco en Danubio porque la varita mágica lo tocó y rápidamente pasó a jugar al Atlético de Madrid donde su vida cambió radicalmente. Confesó al programa español «Onda Cero» que vivió momentos verdaderamente amargos antes de que todo eso suceda.

Contó que cuando jugaba en la tercera de Danubio «no ganaba ningún salario» por no tener contrato. Que la directiva del conjunto de origen búlgaro apenas podía darle «para los billetes del autobús».

«Mi papá trabaja, tenía una motito con la que iba a trabajar, mi mamá era ama de casa y mi hermana se quedó embarazada a los 14, éramos una familia muy humilde, con pocos ingresos», confesó.

Cuando su adolescente hermana quedó en estado de gravidez contó que le dijo a sus padres: «Este niño va a nacer y yo me haré el responsable», y que tras este hecho llamó a sus representantes y les comentó lo que estaba sucediendo.

«Ellos estaban a 500 kilómetros de donde estaba y vinieron en tres horas y media, se sentaron a hablar conmigo, me empezaron a ayudar para que no dejara el fútbol porque era mi pasión», dijo el Josema.

Finalmente, tras la charla con sus representantes y la garra que puso en cada entrenamiento y en cada partido, logró debutar en la primera de Danubio ya como profesional.

Elogió a aquel recordado lateral de los ’80 de la selección uruguaya, Daniel Martínez, que terminó siendo su entrenador y un padrino para él en el fútbol. Confesó que cuando tenía 15 años le pidió ayuda ya que procedía de un hogar verdaderamente humilde y que a veces costaba conseguir el dinero para poder cubrir necesidades básicas como comer.

«Danubio siempre se portó bien conmigo, a veces nos daban dinero», aunque le pasó por la cabeza pedir la libertad del club para jugar en un club mucho más chico pero que le quedara más cerca de su casa, a unos 15 minutos. Finalmente, para que no se vaya optaron por llevarlo en auto a entrenar así éste ahorraba el dinero del boleto de colectivo, que en Uruguay ronda por lo general en torno a un dólar y centavos cada uno, dependiendo la distancia, habida cuenta que no vivía en Montevideo sino en la zona metropolitana.

Su pase al Colchonero no solo quedó como el gran salto económico sino que el oriental se siguió rompiendo para ganarse el puesto. Pasó con éxito por la selección Sub 20 charrúa donde acabó saliendo segundo del Mundial de Turquía cayendo por penales con una selección francesa que cinco años más tarde tendría a futbolistas que obtuvieron el Mundial de Rusia 2018.

Volviendo a la realidad el zaguero oriental reflexiona, ahora que está afianzado y que retoma los entrenamientos tras el confinamiento obligatorio en España: «Tengo mucha suerte porque tengo una casa donde he podido tocar el balón estos meses», dijo y contó que «analizando más en frío» que se puso a pensar que mucha gente no tiene «jardín o terraza», que se siente un «provilegiado».

La humildad y no olvidar lo vivido indudablemente le forjó el carácter a este aguerrido defensor oriental.

@lostribuneros

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