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El Pincha fue pura solidez y contundencia. Edwuin Cetré abrió el marcador al filo del descanso y Guido Carrillo liquidó la historia tras un error fatal de la defensa del Lobo. El equipo de Domínguez es líder de la Zona A; el de Zaniratto se hunde en la Zona B y mira con pavor la tabla del descenso.
La Plata tenía su cita obligada este domingo 19 de octubre de 2025, y el Estadio UNO Jorge Luis Hirschi fue el escenario de otra demostración de autoridad. Estudiantes recibió a Gimnasia en un clásico que llegaba con realidades opuestas, y el partido no hizo más que confirmar las tendencias: el Pincha ganó, gustó, goleó (en el trámite, si no en el marcador) y se afirmó como líder indiscutido de la Zona A. Para el Lobo, fue otra tarde de impotencia, marcada por un error grosero que sentenció el partido y que lo deja temblando en el fondo de la Zona B.
El 2-0 final fue un reflejo fiel de lo que se vio en el campo. El equipo de Eduardo Domínguez, fiel a su libreto, planteó el partido desde la intensidad. Con un esquema 4-2-3-1, Estudiantes ejerció una presión alta, ahogó la salida de Gimnasia y se adueñó de la pelota. El «Lobo», dirigido interinamente por Fernando Zaniratto, se vio superado, incapaz de cruzar la mitad de cancha con criterio.
Los goles: un golpe justo y un regalo inesperado
El dominio local era evidente, pero el gol se hacía esperar. Gimnasia aguantaba como podía, refugiado cerca de Nelson Insfrán. Sin embargo, cuando el primer tiempo se moría, llegó el primer golpe, justo en el minuto 45. La jugada nació en la banda derecha: Román Gómez envió un centro preciso al segundo palo, Santiago Ascacibar —el patrón de la mitad de cancha— la bajó de cabeza con categoría, y el colombiano Edwuin Cetré, también de cabeza, fusiló al arquero para el 1-0. Un gol psicológico que mandaba al Pincha al vestuario con la ventaja merecida.
Si Gimnasia tenía algún plan para la segunda mitad, se desmoronó en apenas seis minutos. Corría el minuto 52 cuando llegó el momento que definirá los resúmenes de la semana. Augusto Max, mediocampista del Lobo, intentó jugar un pase atrás bajo presión. Fue un error garrafal, un regalo insólito en un clásico: la pelota fue directo a los pies de Guido Carrillo.
El delantero, con la experiencia que lo caracteriza, no perdonó. Quedó mano a mano con Insfrán y definió con categoría, rasante, entre las piernas del arquero. 2-0 y partido liquidado. Carrillo apenas lo celebró, consciente del fallo rival que acababa de sentenciar la tarde.
Dos realidades: la cima y el abismo
El resto del partido fue un monólogo de Estudiantes. El equipo de Domínguez administró la ventaja con inteligencia, apoyado en una defensa sólida que nunca pasó sobresaltos y en un mediocampo (con Ascacibar y Amondarain) que ganó todas las segundas pelotas. El Pincha anuló cualquier intento de reacción de un Gimnasia que ya estaba anímicamente destruido.
Con esta victoria, Estudiantes no solo festeja contra el eterno rival, sino que alcanza los 21 puntos y se consolida como único líder de la Zona A del Torneo Clausura. Es protagonista, juega bien y se perfila como serio candidato.
Para Gimnasia, el panorama es desolador. El interinato de Zaniratto no encuentra respuestas. El equipo quedó anclado en el fondo de la Zona B con apenas 13 unidades, pero la verdadera pesadilla es la tabla anual: el Lobo quedó a solo cinco puntos de la zona de descenso. La derrota en el clásico cala hondo, no solo por el orgullo, sino porque lo deja en una posición crítica de cara al final del certamen.
Una paternidad que no se discute
El historial, ese capítulo que siempre se mira de reojo, también sonrió albirrojo. Con este triunfo, Estudiantes estira aún más su histórico dominio. Contando el historial total (amateurismo, profesionalismo y copas), el León suma ya 88 victorias, contra 62 de Gimnasia y 80 empates. Una diferencia de 26 partidos que evidencia una superioridad sostenida.
La fiesta en UNO fue completa. Estudiantes fue superior táctica, física y mentalmente, y se quedó con tres puntos que valen doble. La Plata, una vez más, se tiñó de rojo y blanco.
