Dinho dejó una marca imborrable en el mundo del fútbol. Además de haber sido campeón del mundo con su selección brasileña, el futbolista oriundo de Porto Alegre, supo ganar algo que apenas dos futbolistas más pudieron: Copa Libertadores de América y UEFA Champions League y el Mundial.
A ese Balón de Oro ganado y al Mundial de Corea del Sur – Japón 2002, hay que agregarle la Copa América y Copa Confederaciones y un sinfín de torneos de cabotaje
Esa magia llevó a Ronaldinho Gaúcho a ser campeón europeo con la camiseta del Barcelona para luego recalar en su natal Brasil para defender los colores del Atlético Mineiro, en 2013.
El Gallo nunca había ganado una Libertadores siendo víctima de las cargadas de los rivales de Cruzeiro que sí la ganaron en dos ocasiones. Claro, un día llegó el gran “Dinho”, se puso el equipo al hombro y Atlético se quedó con el soñado trofeo. Para que su carrera haya sido perfecta, le faltó ganar el Mundial de Clubes.
Debutó con 17 años en el Gremio Porto Alegrense para emigrar a Francia donde jugó nada menos que en el París Saint-Germain. Fue transferido al Barcelona donde hizo las delicias de los amantes del fútbol viviendo la época dorada del equipo culé en los principios de Lionel Messi. Sin embargo, sus problemas disciplinarios lo llevaron a ser negociado con el AC Milan que lo soportó durante dos temporadas.
Retornó a su natal Brasil para jugar en el Flamengo. Las constantes salidas de farra generaron que el club opte por apelar a los hinchas para que lo denuncien vía telefónica en caso de ser visto en alguna discoteca o centro nocturno para pescarlo y mandarlo a la casa a dormir. Un día se hartaron y se lo regalaron con moño al Atlético Mineiro que no le importó si éste salía los siete días de la semana; les dio la soñada Libertadores.
Nacido en 1980, habituado a jugar en los más poderosos del mundo, decidió cambiar a los 34 años para jugar en el Querétaro de México y finalizar su carrera en fútbol de once en el popularísimo Fluminense.
Su carrera finalizó en India en 2016 pero, curiosamente, jugando fútbol de salón.