Este siglo XXI vio a China crecer a todo nivel. En el fútbol fue y es como nunca antes centro de miradas mediáticas. Las grandes sumas de dinero que atraen a figuras del planeta han ocupado la atención. Lo mismo con su población, la mayor del mundo. Ni el dinero ni los más de 1300 millones de habitantes elevan su rendimiento: sigue siendo un país de segundo orden en Asia y lejos del marco internacional. Así fue y así es su historia, longeva como la suya propia.
El deporte rey empezó en la nación de Oriente a comienzos de la década de 1910. Los extintos Juegos del Lejano Oriente sirvieron de lanzamiento para China, recién salida de su cadena de dinastías. El 1 de febrero de 1913, un combinado de jugadores chinos y de sus provincias en litigio Hong Kong y Taiwan jugó su primer partido, la definición de ese torneo en Manila ante Filipinas, que perdió 2 a 1. Dos años más tarde se tomaría desquite y sería campeón por primera vez en su vida, el primero de sus nueve títulos hasta 1934. En tanto, la China Football Association (CFA) se fundó en 1924, pero enseguida fue trasladada a Taiwan al estallar en 1927 la guerra civil que duró hasta 1949. Por fortuna, pudo afiliarse a la FIFA en 1931 y participar en sus primeros Juegos Olímpicos, en 1936 en Berlín, rápidamente eliminado por Gran Bretaña.
Pero el duro contexto político nunca lo dejó crecer. Antes de cesar la guerra interna, sufrió la sino-japonesa donde la invasión nipona causó unos 20 millones de muertos hasta 1945, cuando se acabó la Segunda Guerra Mundial. Y cuando todo terminó en el 49, un tal Mao Zedong asumió la presidencia de la nueva República Popular China e inició una dictadura que hizo mella en el fútbol. El país creó su primera liga en 1951 con North East China campeón, alcanzó a jugar unos pocos amistosos y en 1957 su primera eliminatoria al Mundial de Suecia, donde Indonesia lo dejó afuera en tres enccuentros. Y en 1958 se retiró de la FIFA.
Continuó con encuentros ante formaciones modestas en torneos irrelevantes, hasta que en 1974 se afilió a la Confederación Asiática (AFC) y volvió al mundo en los Juegos regionales de Irán. En 1976 Mao falleció y la Banda de los Cuatro, un grupo de secuaces, fue detenida, pudiendo la juventud dedicarse a correr tras una pelota. Con ello, llegó a su primera Copa de Asia en ese 76 en Irán, donde fue tercero. Ese logro y los de los primeros años 80 marcaron su era más importante, con Chi Shangbin y Rongn Zhihang, apodado «el Pelé chino», como figuras. Fue enorme su trabajo en su retorno a las eliminatorias mundialistas para España 82, donde debió jugar su chance en un desempate con Nueva Zelanda que perdió 2 a 1. Y en 1984, en su tercera Copa Nehru en India, se atrevió a batir a la Argentina de Bilardo (ver aparte) y en diciembre llegó al subcampeonato de la Copa de Asia ante Arabia Saudita.
Después sus resultados fueron tan mediocres al punto de que para el Mundial de México 86 fue marginado por su vecino Hong Kong. Recién en 2001 y al mando del viejo sabio serbio Velibor «Bora» Milutinovic, China arrasó en el pentagonal final y alcanzó su primera Copa del Mundo, justo en sus limítrofes Corea del Sur y Japón. Con el zaguero Fan Zhiyi y el goleador Hao Haidong entre sus destacados, perdió con Costa Rica, Brasil y Turquía y no marcó un gol. Y nunca pudo regresar con campañas medianas, las mismas que en varios Mundiales juveniles. Su siguiente buena tarea fue cuando en 2004, en la Copa de Asia que organizó, obtuvo su segundo subcampeonato, ahora detrás de Japón. Ese año la Superliga reemplazó a la Liga Profesional iniciada en 1994, con el Guangzhou Evergrande arrasando con el palmarés al ganar todo entre 2011 y 2017, pero sin éxito en el nuevo Mundial de Clubes. En 2005 ganó los Juegos del Este de Asia, que repetiría en 2010, y en las últimas dos Copas asiáticas se fue en cuartos de final.
China fue el primer anfitrión del Mundial Sub 16 (hoy Sub 17) en 1985 y de los Olímpicos de su capital Pekín en 2008, éste en ambos sexos. Justamente, hospedó el inaugural Mundial femenino en 1991, y la selección, subcampeona en 1999, es más respetable que la de hombres. Un mediocampista juvenil, Li Yao, pasó por el Boca de Bianchi en 2003 sin jugar en el primer equipo, pero otros como Sun Jihai en el Manchester United o Wu Lei en el Español de Barcelona han tenido más suceso. Demasiado poco para un país tan rico y poblado. Comentó alguna vez un periodista argentino: «Son 1000 millones y no pueden encontrar 25 tipos que jueguen bien a la pelota…». Está visto, con millones de personas y dinero no alcanza.
Diego Martín Yamus.
diegoanita@hotmail.com.ar
@lostribuneros