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Hace rato está probado que ganar en fútbol no es cuestión de marketing ni de dinero, ni de aparición mediática ni de redes sociales. Estos cuartos de final de la Liga de Campeones de Europa lo confirmaron estos días. Los grandes nombres, los que traían el gran cartel lleno de adornos de lujo, han quedado por el camino, mientras los más efectivos siguen rumbo al título.
Real y Atlético de Madrid, Barcelona con catástrofe incluida, Juventus, Manchester City, Messi, Guardiola, Simeone, Gabriel Jesús, Cristiano Ronaldo, Benzema, Zidane… Apellidos y nombres propios que e en otro tiempo arrasarían con todo escollo verán de afuera, tal vez avergonzados, cómo un Leipzig o un Lyon están en semifinales. Claro que hay estrellas en éstas: hay un Neymar, hay un París Saint Germain, hay un Bayern Munich, un Lewandowski. Pero no se han agarrado sólo de capitales de papel o de video. Cuentan con cualidades para estar donde estarán el martes y miércoles en Portugal.
No la emprendemos contra esos apellidos, no somos necios en negar su carrera, su jerarquía. Pero vemos y oímos un bombardeo de ellos que no nos deja escuchar otras voces. Que nos tapa la vista de revelaciones gratas. El fútbol es para las sorpresas. Esta Champions lo es y cada vez más. Bienvenidas sean entonces. Y a aquéllos, deberán darse cuenta de que con la locura marketinera no se gana. Como reza el dicho de la pelota, siempre son once contra once.
Diego Martín Yamus.
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