Los «bosteros» estaban como locos el pasado lunes, mientras que las «gallinas» tuvieron que esconder su cabeza en un agujero en el suelo, como el avestruz.
Las bromas y todo tipo de «cargada» se vivieron en diversos ámbitos, en la ciudad de Buenos Aires, en especial, tras la victoria clásica de Boca sobre River.
La cajera de un supermercado llamada Délia, fue una de las víctimas de la «crueldad» de un cliente hincha del xeneize, quien le regaló una caja de bombones y un pañuelo, con la leyenda «para que te seques las lágrimas, este pañuelito, y para que te endulces, estos bombones ¡gallina amarga!».
En las oficinas las cargadas no paraban, un portero de un edificio público ubicado en el centro colocó un anuncio que decía «si buscan al Sr. Gigliotti, por favor dirigirse a Av. Figueroa Alcorta esquina Udaondo», en clara alusión al estadio de River Plate.
El ingenio popular fue colosal, la gente sacando «conejos de la galera» y otros «contragolpeando» para no quedar mal parados y justificar su derrota:
«Se comportaron como un cuadro chico, bosteros. Un gol y a colgarse del travesaño» dijo Cristina, una hincha de River fanática que reside en el barrio de Palermo.
Alberto no podía más de alegría y fue a buscar a Jorge, el mozo «gallina» que lo atiende hace más de 15 años, pero el hombre de la bandeja no fue a trabajar, alegando un serio problema estomacal, que según su propio patrón, hincha de San Lorenzo, «Jorge dio parte de enfermo, aunque se que no tiene dolor de estómago alguno: tiene gripe aviar», dijo muy serio.
En fin, de todo se dijo, y el lunes arrancó con alegría para muchos y tristeza para unos cuantos.
@lostribuneros