El equipo de la Ribera le tiró con la historia y de paso se tomó revancha con Tigre al batirlo, con goleada incluida, en el Mario Kempes para quedarse con la Copa de la Liga Profesional. Rojo, Fabra y Vázquez marcaron para los campeones.
De menos a más fue el equipo boquense en el torneo. De la mano de Sebastián Battaglia el equipo de Boca Juniors partido a partido quedaba en deuda con el hincha. Daba la sensación de que el conjunto no caminaba y que iba a quedar por el camino, pero, fiel a su tradición y enjundia, se fueron agrandando en las bravas hasta lograr subirse al podio a beber las mieles de la victoria.
El rival de turno era el sorprendente Tigre, que al mismo estilo de Boca, sin alharacas, fue dejando rivales por el camino, entre ellos a River Plate como visitante, para ganarse su lugar en un Mario Kempes que les trajo bellísimos recuerdos de aquella final de 2019 cuando vencieron a este rival para levantar el primer título de élite de la historia.
El zaguero Marcos Rojo se encargó de romper el cero justo cuando el encuentro se preparaba para ir al mediotiempo; cabezazo y Boca se marchaba al vestuario con la tranquilidad de ir arriba.
Para el complemento esta ventaja obligó a Tigre a ir por todo o nada, entonces eso generó un juego abierto donde podía pasar cualquier cosa, como pasó con el «Chapita» Reteguy, propiedad de Boca, que tuvo tres chances claras para el Matador de Victoria, pero no era su día.
En el momento más crítico de Boca fue cuando apareció el colombiano Frank Fabra para poner el 2-0 gracias a un disparo fulminante al ángulo del arquero Gonzalo Marinelli. Fue como un valdazo de agua fría para las pretensiones de Tigre.
Con el juego ya liquidado, sobre el final, Luis Vázquez puso su cabeza para desatar la locura de la hinchada que colmó el Mario Kempes. Boca ganó 3-0 y a festejar.