Becca, nunca te voy a olvidar

No es fácil ser hincha de un equipo de los «no tradicionales», o de los mal llamados «cuadros chicos», y menos en los años ochenta cuando las comunicaciones estaban en desarrollo y acceder a todo tipo de información era directamente impensado.

En el Uruguay de aquellos tiempos los ídolos eran el «Chueco» Perdomo -me pongo de pie- el «Negro» Diogo, Ruben Paz, Ruben Sosa, Antonio Alzamendi, Daniel Revelez, pero, al ser hincha de El Tanque Sisley mi mundo cambiaba, me llamaban «excéntrico», pero ni me importaba, yo tenía mis propios ídolos, uno de ellos era Sergio Beccaria, el «Becca».

Por aquella época, año 1988, Peñarol venía de ganar la Copa Libertadores con un equipo Sub 23, mientras que Nacional estaba haciendo destrozos en el mencionado torneo. Uruguay había ganado la Copa América en Argentina. El balompié charrúa, lleno de precariedades, caos y carencias, hacía pata ancha en el continente.

Mi pasión por El Tanque estaba a flor de piel. Iba a la escuela técnica y los sábados comenzaban mis preparativos mentales. Me desconcentraba en clase. Estaba ansioso y pasado de rosca. Los profesores lo sabían. «Juega El Tanque profe. Estoy con la mente en el partido, si usted cree que no juego está equivocada. Juego desde la tribuna».

Más de una vez se rieron y me decían «si sos el único hincha, más vale que no te decepcionen».

Por lo general jugábamos de local en el Charrúa. Me tomaba el 21 desde 18 de Julio y Ejido, atravesaba el Parque Rivera y allí estaba el hermoso estadio. Los nervios y la ansiedad en el trayecto me consumían. La adrenalina se me subía. Sentía que volaba de júbilo.

Saludaba al resto de la hinchada de mi equipo, éramos unos 30, si llegábamos. Nos conocíamos todos. Yo era el único adolescente, el resto eran veteranos.

Marcelo Barrutti era el técnico. Había agarrado un hierro candente, sin embargo, se mandó un gran trabajo y la «máquina fusionada» comenzó a dar sorpresas, a tal punto, que los medios de prensa de la época lo llamaron «el equipo del silencio», ya que sin hacer alharacas comenzó a destrozar a los más bravos de la segunda división.

El «Becca» era uno de mis predilectos como futbolista y como persona. Lo recuerdo como un muchacho callado, observador y muy agradable. Era de los que se acercaba y te saludaba.  Yo tenía 16 años y me ponía colorado porque para mí era una suerte de «dios mitológico», y no podía concebir de que él me viniera a saludar cuando debía estar en su pedestal. Era un tipazo sencillo y humilde.

Era un volante muy exquisito. Jugaba tanto de «8» como de «5». Recuperaba el balón y salía rápido al ataque facilitándole el juego tanto a los defensores como a los atacantes. Era prolijo, aguerrido y muy técnico. No era tan vehemente para marcar como lo eran los volantes de aquella época, pero tenía una visión del campo muy buena y era un gran complemento para los «creativos» del ataque. Si fuese futbolista hoy en día, cuadraría perfecto en los grandes de Europa.

Recuerdo cierta vez que equipo hacía agua por su lado. No estaba bien parado y el juego rival llegaba con facilidad por su sector. Le comenté a un veterano: «el Becca tendría que jugar por la derecha, y poner un cinco rústico en su lugar». Ese hombre era directivo, yo ni sabía. Me miró asombrado  y dijo: «ah, bueno botija, ves el mismo partido que yo».

Para el próximo juego el «Becca» pasó a la derecha y la máquina volvió a funcionar.  Éste comenzó a recuperar y lanzar balones por su sector y el equipo comenzó a tener llegada por medio de Claudio Muñiz, o Sergio Clavero «el Clavo», y el «Cabeza» Sergio Charquero no perdonaba en el área. Alto cuadrazo.

La Asociación Uruguaya de Fútbol se mandó una «truchada» e inventó un cuadrangular final, lo que nos perjudicó porque fuimos los mejores en la temporada regular. Perdimos con Rentistas con dos goles sobre la hora en el estadio Palermo: ¡Adiós!.

Luego, Beccaria siguió su rumbo y fue a jugar a la primera división. Pasó a Liverpool. Me puse triste, muy triste, porque además de haber perdido una gran pieza, se me fue un ídolo.

Años me pregunté qué sería de la vida, no sólo del «Becca», sino de los demás futbolistas de El Tanque de aquella época. Recuerdo al «Loco» Jorge Palermo, arquerazo, Hugo Guerra, Juan Sadoukian, Gabriel Pereyra, el «Negro» Montiel, De León, Gaspar Velázquez, Muñiz, Clavero, el «Cabeza» Charquero, el «Jaca» Oscar Viera, Martínez, en fin.

Lamentablemente, con mucho dolor y lágrimas en los ojos debo decir que el «Becca» no está más entre nosotros. Dios lo quería en su oncena y lo llamó antes de tiempo. Dejó una familia maravillosa.

Sergio Beccaria 3 de enero de 1962 – 2008.

Marcelinho Witteczeck

@lostribuneros

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